sábado, 4 de julio de 2009

Ecosocialismo: ¿Futuro o abismo de la izquierda europea?

En todo el continente las formaciones de extrema izquierda se van reorganizando para enfrentarse a los cambios de la sociedad contemporánea.


Los últimos comicios españoles han dejado muchas ‘sandías’ en el campo, evidenciando como a la marea, deriva para algunos, rojo y verde aún quede mucho trabajo para convencer el electorado.
El ecosocialismo es una doctrina política muy popular entre las nuevas generaciones de izquierda. Menos Marx y más Marcuse, se podría decir simplificando.
Michael Löwy, que escribió el Manifiesto Ecosocialista en 2001 y miembro de la cuarta internacional, afirma: “La cuestión ecológica es el gran desafío para una renovación del pensamiento marxista en el XXI siglo. Hay la exigencia de una revisión crítica profunda de la concepción marxista tradicional de las “fuerzas productivas” y una ruptura radical con la ideología del progreso linear y con el paradigma tecnológico y económico de la civilización industrial moderna.”
Paolo Pombeni, profesor de historia de los sistemas políticos europeos en la Universidad de Bolonia, expresa sus dudas con respecto a la utilidad de esta estrategia: “La atención por el medio ambiente ya es un componente de todas las fuerzas políticas. De manera que las formaciones de extrema izquierda utilizan este argumento en una versión “utópica”, que nunca podrá convencer a un ancho estrato de ciudadanos.”
La gran mayoría de las formaciones políticas de extrema izquierda occidentales han tratado en los últimos años de marcar su propia identidad y distinguirse de los partidos de matriz socialdemócrata, para garantizar su supervivencia y no ser engullidas por sistemas que tiendan inexorablemente al bipartidismo. Indicativa de esta preocupación fue la evocación por parte de Izquierda Unida (IU) y de su aleado catalán, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), en las elecciones del marzo 2008, al “voto de corazón” en lugar del “voto útil”, representado y pedido explícitamente por el PP y el PSOE. La fuerza del PSOE obligó Llamazares a actuar mediante estrategias de diferenciación, como por ejemplo la valoración de su aspecto ecologista y “movimientista”. De hecho, IU ha abandonado progresivamente las posturas poscomunistas en favor de un horizonte común al de los movimientos sociales, orientado sobre todo a pacifismo y ecosocialismo, que ya caracterizaba Iniciativa.
Pero si “vivir en paz con nuestro planeta” era el segundo punto del programa electoral de IU, el primero propulsaba el cambio de ley electoral, para que se “recupere el principio de proporcionalidad constitucional”, afirmaban.
El profesor de historia política Carlo Guarnieri subraya que: “es evidente que formaciones de este tipo para sobrevivir necesitan una ley electoral proporcional, posiblemente una ley que premie a quien tenga un apoyo muy difundido y generalizado en el territorio”.
Quizás el futuro de la izquierda europea sea el de convertirse en un catalizador de distintas voces y colores, con el objetivo de asociar a todos los movimientos sociales emancipadores.
A este respecto, el sociólogo, literato y ecologista español Jorge Riechmann afirma: “Este proyecto no puede renunciar a ningún color del Arco Iris. Ni el rojo del movimiento obrero, ni el viola de las luchas para la liberación de las mujeres, ni el blanco de los movimientos por la paz, ni el anti-autoritarismo negro de los libertarios y anárquicos y aún menos el verde de la lucha para un planeta habitable”.
Sin embargo, Pombeni añade, puede que con realismo: “El peor enemigo de estas formaciones es el fin del mito del progreso interminable y de la posibilidad de realizar cualquier utopía”.

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