El Festival de Blues de Barcelona se estrena con dos conciertos extraordinarios en la cárcel Wad-ras y en el hospital Val d’Hebron
Era el 1969 cuando el folk singer estadounidense Johnny Cash escribía una página que formó época en la historia de la música con un concierto en la cárcel californiana de San Quintín. Ayer, casi cuarenta años después, en la penitenciaría feminina Wad–Ras de Barcelona, las notas han vuelto a superar las barreras de una prisión, en ocasión de la exhibición de la banda plurinacional de swing y jazz Down Home, que ha inaugurado la sexta edición del Festival de Blues de Barcelona.
Por el segundo año consecutivo la kermesse musical ha apostado por una idea comprometida de fiesta, en la que la música pueda llegar a los colectivos sociales más marginados y vulnerables, como es el caso de los presos y de los enfermos hospitalizados, que disfrutarán hoy de una segunda actuación en el Hospital Universitario Vall d’Hebron.
El concierto de Down Home, se ha celebrado en el patio interior de la cárcel, que por las vivaces decoraciones, realizadas por las detenidas mismas, recuerda más una escuela que una prisión. Las internas se han revelado un público muy caliente. Sin tener miedo a la canícula del mediodía, han bailado, cantado y chocado las palmas al ritmo de los clásicos de Louis Prima, disfrutando a pleno de lo swing y boggie del quinteto. Un concierto verdadero en todos los sentidos, con incluso un desmayo debido al bochorno y los inevitables gritos de “¡Otra, otra! “, al acabarse la fiesta.
Silvia Serra, directora de la cárcel, comentaba: “Las chicas se lo merecen. Es fundamental que existan iniciativas como esta, que buscan desde fuera la realidad interior a la cárcel”. Lo mismo opinan los organizadores del Festival, Tomás Lopez y Ricardo Chaure, de la asociación Capibola Blues: “Todos tienen derecho a disfrutar de la cultura y el blues, en particular, siempre ha sido la música de los marginados“.
El Festival del Blues de Barcelona prevé actuaciones todos los días hasta el domingo 14. Tendrán lugar, principalmente, en el Casal de Barri de Prosperitat y en el Polideportivo Valldaura, en el distrito de Nou Barris. La referente de cultura del distrito, comenta: “Es un festival para toda la ciudad, pero no ha perdido la cercanía de barrio”. La intención de los organizadores es diversificar la programación con horarios variados que consientan a un público de todas las edades y exigencias acudir a los eventos. En el ámbito del festival serán también organizadas clases magistrales dictadas por músicos de clara fama, como el virtuoso de la harmónica europea, el francés JJ Milteau.
Todas las actividades del Festival son gratuitas. Lo cual, de manera algo paradójica, impide la financiación por el Ayuntamiento, que necesita un óbolo, aunque simbólico, para contribuir económicamente a la organicación. Sin embargo, los organizadores quieren seguir con esta política, por “el deseo auténtico de acercar la gente a un género musical, el blues, que casi no tiene ciudadanía en los medios”. El festival dispone de una web, www.festivalbluesbarcelona.com , donde se pueden encontrar todas las informaciones necesarias.
jueves, 10 de diciembre de 2009
martes, 7 de julio de 2009
“En Italia esto es impensable”
Entrevista a Anna Paola Concia, deputada italiana
En el arco iris de colores que adornaba la ceremonia de inauguración de los Eurogames en el Palau San Jordi, resaltaba especialmente el azul de las camisetas de la delegación italiana.
En esa delegación está Anna Paola Concia, 45 años, una parlamentaria elegida por el Partido Demócrata en las últimas elecciones, que ganó la coalición conservadora de Silvio Berlusconi. "Los políticos italianos deberían venir de vacaciones aquí para entender qué significa proyectar el futuro", dice Concia.
La diputada no se corta y luce felicidad y orgullo. Ha sido la abanderada del grupo de 300 italianos que participan en los juegos barceloneses. Lleva una vida en la izquierda italiana luchando por la expansión de los derechos civiles y es la única parlamentaria de su país que, en esta legislatura, ha declarado públicamente su homosexualidad. Para los Eurogames ha vuelto a su primera pasión: el tenis. Participa en las competiciones con su pareja, una mujer alemana que la ha acompañado a Cataluña.
"España nos ha adelantado en todo, porque ha entendido que únicamente se puede crecer apostando por una sociedad inclusiva", explica.
Concia expresa la decepción de muchos italianos con la situación política de su país cuando comenta las palabras del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, en la inauguración: "Algo extraordinario como esto en Italia ahora es impensable. Es un sueño escuchar a un alcalde hablar de libertad y de igualdad y luego demostrarlo con los hechos".
En el arco iris de colores que adornaba la ceremonia de inauguración de los Eurogames en el Palau San Jordi, resaltaba especialmente el azul de las camisetas de la delegación italiana.
En esa delegación está Anna Paola Concia, 45 años, una parlamentaria elegida por el Partido Demócrata en las últimas elecciones, que ganó la coalición conservadora de Silvio Berlusconi. "Los políticos italianos deberían venir de vacaciones aquí para entender qué significa proyectar el futuro", dice Concia.
La diputada no se corta y luce felicidad y orgullo. Ha sido la abanderada del grupo de 300 italianos que participan en los juegos barceloneses. Lleva una vida en la izquierda italiana luchando por la expansión de los derechos civiles y es la única parlamentaria de su país que, en esta legislatura, ha declarado públicamente su homosexualidad. Para los Eurogames ha vuelto a su primera pasión: el tenis. Participa en las competiciones con su pareja, una mujer alemana que la ha acompañado a Cataluña.
"España nos ha adelantado en todo, porque ha entendido que únicamente se puede crecer apostando por una sociedad inclusiva", explica.
Concia expresa la decepción de muchos italianos con la situación política de su país cuando comenta las palabras del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, en la inauguración: "Algo extraordinario como esto en Italia ahora es impensable. Es un sueño escuchar a un alcalde hablar de libertad y de igualdad y luego demostrarlo con los hechos".
lunes, 6 de julio de 2009
Por fin vemos la crisis. ¿Y ahora qué?
15/10/2008
Por fin ha llegado. Como el cantautor estadounidense Tom Waits esta misma primavera, la crisis también visita España por primera vez desde hace muchos años. Ya se había confirmado su presencia en Estados Unidos (EEUU) y Europa, pero se van concretando otras plazas importantes: Rusia, India, Japón. Äfrica queda escluida, como siempre, por falta crónica de infraestructuras.
La llegada a Europa y a España de la crisis ha sido precedida, una vez más, por fenómenos de histeria y delirio colectivo. Los más mayores, tal vez, se acuerden de los Beatles. Todas las empresas, grandes y pequeñas, que esperaban una razón ‘oficial’ para restringir los rangos, cerrar el bolsillo y gritar “que se salve quien pueda” ya pueden estar tranquilas. El momento llegó.
Muchos han recordado, durante estos días, las imágenes de la grave crisis de 1929. Directivos que se tiraban de las ventanas de los rascacielos de Nueva York, desesperación y pánico generalizado que dieron lugar al new deal del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt… “La actual crisis económica se parece mucho a la de 1929; se origina en el mismo país y tiene las mismas raíces: la especulación financiera motivada por el sector inmobiliario”, señala Donato Fernández Navarrete, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
La diferencia, sin embargo, hay que buscarla en que la globalización ofrece a esta nueva crisis económica muchos otros escenarios de actuación. Si el gigante americano vacila, a sus pies existen pilares que pueden evitar su caída, aunque los escombros inevitables arriesgen aplastar, sobre todo, a los demás enanos económicos del planeta.
Es difícil, y tal vez inútil, tratar de individualizar hoy las economías que se verán más perjudicadas. EEUU y Europa ya la sufren, y todo empieza a apuntar en dirección a economías emergentes como Rusia, India o Brasil. China, en cambio, puede contar sobre su poder crediticio hacia la economía estadounidense, una fuerte base productiva y el hecho de no participar en los movimientos financieros especulativos. Así que es muy probable que El Celeste Imperio acreciente su peso en la estructura económica y política mundial, al mismo tiempo que la reduzcan la Unión Europea y los Estados Unidos. Tampoco faltan analistas que piensen que países como Senegal, Guatemala o Camboya seguirán siendo los grandes sacrificados del modelo económico que ahora se pone en cuestión. Poco le afectarán las oscilaciones del Dow Jones o del Nikkei. Sencillamente, seguirán en la miseria.
¿Y España? Parafraseando las palabras del ministro de Economía, Pedro Solbes, la crisis debe ser un incentivo para potenciar un sistema productivo, hacerlo menos dependiente del ladrillo y transformarlo en uno de alta productividad laboral. Poco más se puede decir.
Comparable a 1929 también es el carácter de las medidas adoptadas por los gobiernos, especialmente el de EEUU, para controlar los efectos del fracaso financiero de algunas ‘vacas sagradas’ del mercado mundial. El rescate del banco de inversión Bear Stearns y de los institutos hipotecarios Freddie Mac y Fannie Mae por parte de la Reserva Federal, o el colosal préstamo garantizado a la compañía de seguros AIG, son operaciones de carácter nacionalizador. Por lo tanto, y como no se observaba desde hace años (menos aún en territorio estadounidense), se ha vuelto a retomar la vieja receta keynesiana de fuerte intromisión del Estado en la economía.
Muchos han considerado históricamente el keynesianismo como una respuesta a la crisis de 1929. Y las actuaciones del sector público por el lado de la demanda, juntos con un mayor control y regulación del mercado es la respuesta, una vez más, que escoge occidente para solventar el problema. Después de la crisis de 1973 fue la ideología neoliberal y la desregulación de los mercados quien se impuso en el debate público. Pero esta idea, vista ahora como la responsable última de la actual crisis, ha logrado que la intervención pública en la economía esté de vuelta, y es muy probable que incremente en los próximos años. No hay más que escuchar al presidente de la CEOE, la patronal española, Gerardo Díaz Ferrán: “hay que aparcar el mercado por un tiempo”, de manera que una vez saneado con erario público se vuelva a la “libre concurrencia”.
Pese a la alarma general, también está quien no se inmuta por la ‘crisismanía’. Parte de los expertos opinan que el presente es un ciclo económico más del sistema capitalista. “No existen factores reales, más allá de la propia percepción catastrofista que mantienen algunos analistas, que nos indiquen la existencia de un cambio radical en el modelo de crecimiento. El problema es que tenemos una ‘memoria’ muy corta y los resultados económicos que veníamos registrando en los últimos años nos habían hecho pensar que los ciclos habían desaparecido. Simplemente han vuelto a hacerse patentes y generan periodos de corrección del crecimiento económico”, resalta Julián Pérez, director adjunto del Centro de Predicción Económica (CEPREDE).
Con todo, sigue siendo difícil, por no decir imposible, predecir el futuro. De poder hacerlo es probable que no se hablara de crisis. Ahora, por ejemplo, todo apunta a que las tarjetas de crédito se conviertan en el próximo capítulo del dominó económico y es cierto también que los pudientes de la Silicon Valley ya están trabajando en la creación de una nueva bola especulativa que sostituya la inmobiliaria, la de las energías renovables.
A pesar de esta condición de incertidumbre, Macario Schettino, economista y columnista del diario mexicano El Universal, apuesta fuerte: “me inclino a pensar que [la crisis] será suave y de tres años de duración, por la manera en que se han tomado las decisiones recientes, y por el tamaño de la economía de EEUU”. Pero también los hay pesimistas. Ramón Mahia, profesor de Econometría en la UAM, utiliza un símil docente para subrayar que la actual situación de la economía “es [como] un mal alumno: ahora aprobará en septiembre, pero volverá a suspender el año próximo otra materia, seguro”.
Por fin ha llegado. Como el cantautor estadounidense Tom Waits esta misma primavera, la crisis también visita España por primera vez desde hace muchos años. Ya se había confirmado su presencia en Estados Unidos (EEUU) y Europa, pero se van concretando otras plazas importantes: Rusia, India, Japón. Äfrica queda escluida, como siempre, por falta crónica de infraestructuras.
La llegada a Europa y a España de la crisis ha sido precedida, una vez más, por fenómenos de histeria y delirio colectivo. Los más mayores, tal vez, se acuerden de los Beatles. Todas las empresas, grandes y pequeñas, que esperaban una razón ‘oficial’ para restringir los rangos, cerrar el bolsillo y gritar “que se salve quien pueda” ya pueden estar tranquilas. El momento llegó.
Muchos han recordado, durante estos días, las imágenes de la grave crisis de 1929. Directivos que se tiraban de las ventanas de los rascacielos de Nueva York, desesperación y pánico generalizado que dieron lugar al new deal del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt… “La actual crisis económica se parece mucho a la de 1929; se origina en el mismo país y tiene las mismas raíces: la especulación financiera motivada por el sector inmobiliario”, señala Donato Fernández Navarrete, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
La diferencia, sin embargo, hay que buscarla en que la globalización ofrece a esta nueva crisis económica muchos otros escenarios de actuación. Si el gigante americano vacila, a sus pies existen pilares que pueden evitar su caída, aunque los escombros inevitables arriesgen aplastar, sobre todo, a los demás enanos económicos del planeta.
Es difícil, y tal vez inútil, tratar de individualizar hoy las economías que se verán más perjudicadas. EEUU y Europa ya la sufren, y todo empieza a apuntar en dirección a economías emergentes como Rusia, India o Brasil. China, en cambio, puede contar sobre su poder crediticio hacia la economía estadounidense, una fuerte base productiva y el hecho de no participar en los movimientos financieros especulativos. Así que es muy probable que El Celeste Imperio acreciente su peso en la estructura económica y política mundial, al mismo tiempo que la reduzcan la Unión Europea y los Estados Unidos. Tampoco faltan analistas que piensen que países como Senegal, Guatemala o Camboya seguirán siendo los grandes sacrificados del modelo económico que ahora se pone en cuestión. Poco le afectarán las oscilaciones del Dow Jones o del Nikkei. Sencillamente, seguirán en la miseria.
¿Y España? Parafraseando las palabras del ministro de Economía, Pedro Solbes, la crisis debe ser un incentivo para potenciar un sistema productivo, hacerlo menos dependiente del ladrillo y transformarlo en uno de alta productividad laboral. Poco más se puede decir.
Comparable a 1929 también es el carácter de las medidas adoptadas por los gobiernos, especialmente el de EEUU, para controlar los efectos del fracaso financiero de algunas ‘vacas sagradas’ del mercado mundial. El rescate del banco de inversión Bear Stearns y de los institutos hipotecarios Freddie Mac y Fannie Mae por parte de la Reserva Federal, o el colosal préstamo garantizado a la compañía de seguros AIG, son operaciones de carácter nacionalizador. Por lo tanto, y como no se observaba desde hace años (menos aún en territorio estadounidense), se ha vuelto a retomar la vieja receta keynesiana de fuerte intromisión del Estado en la economía.
Muchos han considerado históricamente el keynesianismo como una respuesta a la crisis de 1929. Y las actuaciones del sector público por el lado de la demanda, juntos con un mayor control y regulación del mercado es la respuesta, una vez más, que escoge occidente para solventar el problema. Después de la crisis de 1973 fue la ideología neoliberal y la desregulación de los mercados quien se impuso en el debate público. Pero esta idea, vista ahora como la responsable última de la actual crisis, ha logrado que la intervención pública en la economía esté de vuelta, y es muy probable que incremente en los próximos años. No hay más que escuchar al presidente de la CEOE, la patronal española, Gerardo Díaz Ferrán: “hay que aparcar el mercado por un tiempo”, de manera que una vez saneado con erario público se vuelva a la “libre concurrencia”.
Pese a la alarma general, también está quien no se inmuta por la ‘crisismanía’. Parte de los expertos opinan que el presente es un ciclo económico más del sistema capitalista. “No existen factores reales, más allá de la propia percepción catastrofista que mantienen algunos analistas, que nos indiquen la existencia de un cambio radical en el modelo de crecimiento. El problema es que tenemos una ‘memoria’ muy corta y los resultados económicos que veníamos registrando en los últimos años nos habían hecho pensar que los ciclos habían desaparecido. Simplemente han vuelto a hacerse patentes y generan periodos de corrección del crecimiento económico”, resalta Julián Pérez, director adjunto del Centro de Predicción Económica (CEPREDE).
Con todo, sigue siendo difícil, por no decir imposible, predecir el futuro. De poder hacerlo es probable que no se hablara de crisis. Ahora, por ejemplo, todo apunta a que las tarjetas de crédito se conviertan en el próximo capítulo del dominó económico y es cierto también que los pudientes de la Silicon Valley ya están trabajando en la creación de una nueva bola especulativa que sostituya la inmobiliaria, la de las energías renovables.
A pesar de esta condición de incertidumbre, Macario Schettino, economista y columnista del diario mexicano El Universal, apuesta fuerte: “me inclino a pensar que [la crisis] será suave y de tres años de duración, por la manera en que se han tomado las decisiones recientes, y por el tamaño de la economía de EEUU”. Pero también los hay pesimistas. Ramón Mahia, profesor de Econometría en la UAM, utiliza un símil docente para subrayar que la actual situación de la economía “es [como] un mal alumno: ahora aprobará en septiembre, pero volverá a suspender el año próximo otra materia, seguro”.
sábado, 4 de julio de 2009
Los italianos se crean en España
Cataluña y todo el Levante español han sido la cuna de lo que algunos han empezado a llamar ‘turismo reproductivo’: realizar aquí un tratamiento de fertilidad para parejas italianas, alemanas e inglesas es más facil que en sus países de origen.
Raffaele y Anna lucen emoción y confianza al salir de la primera consulta médica en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en su sede barcelonesa de Ronda General Mitre: “Buongiorno a tutti. ¡Somos del mismo pueblo de Gattuso!”, exclaman con una sonrisa impresa en la cara.
La sala de espera del centro parece una de las románticas plazas de Venecia. Parejas de todo el mundo que se dispensan cariño, se besan y se cogen con fuerza las manos, como si estuvieran en luna de miel. El italiano es, de largo, el idioma más escuchado y no solo por los pacientes. De hecho, la gran mayoría de los empleados de la clínica, desde el personal de recepción, hasta los medicos, lo habla perfectamente. Además, entre ellos, muchos son nativos de la Bota.
El centro IVI es una de las numerosas clínicas para el tratamiento de la infertilidad aparecidas en España en los últimos quince años. En particular, Cataluña y todo el Levante español han sido la cuna de lo que algunos han empezado a llamar ‘turismo reproductivo’. Solo IVI tiene once institutos en la península y seis en Latinoamérica.
Esta pareja italiana no representa precisamente el arquetipo de los usuarios de estos centros, que, por lo general, pertenecen a clases sociales medio-altas.
Los precios, de hecho, no son para todos los bolsillos: desde 6.000 hasta 9.500 euros, según el tipo de tratamiento.
Él es mecánico; ella, maestra de primera enseñanza. Ninguno de los dos llega a los 30 años y están casados desde hace tres. Son personas sencillas, hablar con un periodista se le resulta extraño, pero la euforia puede más que la timidez. “Mucha gente en Italia aún no sabe que en España se puede tratar la infertilidad de formas que no son posibles en nuestro país”, comenta Raffaele, que explica:
“Nos gustaría mucho poderlo hacer más cerca de casa, porque no somos turistas. Llegamos ayer y mañana ya regresaremos. El trabajo nos espera. Hemos hecho un sacrificio económico para venir hasta aquí”.
Dentro de dos meses, cuando el centro habrá encontrado la donante de óvulos adecuada, ya que los ovocitos se escogen según las características fenotípicas de la paciente para que haya un parecido entre los hijos y las madres, Anna y Raffaele volverán para efectuar el tratamiento. Otras dos noches, no más, en Barcelona, en un hotel muy cerca de la clínica.
Menopausia precoz es el problema de Anna, que afirma: “en casa hemos tenido que decir que nos íbamos a Milán para una feria, porque todavía quedan prejuicios hacia estos tipos de asuntos. Pero yo no tengo ni una duda: el hijo será nuestro al cien por cien, porque crecerá dentro de mí y el material genético es de él”, asegura Anna, agarrando la mano de Raffaele.
Según los datos de IVI, de los 544 ciclos de donación de óvulos efectuados en 2007 en el centro barcelonés, un 80% se ha dirigido a parejas extranjeras, de las cuales casi un 60% son italianas. La incidencia de pacientes foráneos baja (20,3%) para la fertilización in vitro convencional (IVF), técnica difundida y legal en muchos países y vuelve a subir a un 40,6% para los que acuden a los centros españoles para la diagnosis genética de pre-implantación (PGD), prohibida en algunos estados europeos, como Italia, donde no se permite la selección de los embriones de mejor calidad para el implante.
En el Instituto Marqués de Barcelona el aflujo de parejas extranjeras alcanza un 55% del total. El doctor Raúl Olivares, director del programa internacional del centro, explica que existen principalmente tres razones que impulsan a los foráneos a venir a España. En primer lugar, la existencia en sus países de listas de espera muy largas, cosa que ocurre, por ejemplo, en Inglaterra; luego, las prohibiciones legislativas como en Italia y Alemania; y finalmente, una ventaja en términos de precio, como sucede para los estadounidenses. De hecho, el aflujo de parejas extranjeras es tan relevante que un cambio de legislación, en sentido más permisivo, en los demás países europeos, probablemente causaría un problema económico para las clínicas españolas. Aún así, siguen siendo pocos los centros que dispongan en su propio interior de un departamiento de asistencia para el alojamiento de los pacientes. En cambio, algunas clínicas han optado por instaurar convenios con agencias de viaje de la ciudad, que se ocupan de reservar los pasajes y los hoteles para los clientes.
Las diferencias legislativas
La legislación española sobre la materia es una de las más exhaustivas de Europa. Desde 1988 se legisló el tema hasta que en 2006 se acabaron de pulir definitivamente algunos puntos contradictorios.
El doctor Simón Marina, responsable del centro Cefer de Barcelona, es pionero en técnicas de ayuda a la infertilidad y miembro fundador de la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (Anacer), que representa a 28 clínicas en toda España, de las cuales 15 se hallan en Levante (IVI no es miembro). Según Marina, el éxito español en este campo se debe a una legislación más liberal que la de los demás países europeos. De hecho, en España únicamente está prohibido seleccionar el género del embrión, sin la presencia de complicaciones médicas, así como el llamado “útero en alquiler”, o sea, la posibilidad de que una mujer que tenga dañado el útero o a la que se lo hayan extirpado, deje portar el embarazo a una mujer acogedora del embrión. Asimismo, explica Marina: “No transigimos con la calidad de los tratamientos, como, en cambio, se hace en el Este de Europa, donde se ofrecen precios muy bajos a cambio de una menor seguridad”.
En otros países europeos, como Alemania o Italia, la normativa es mucho más restrictiva. En Italia la ley del 2004, aprobada por el gobierno de Silvio Berlusconi y cuya abrogación fracasó en un referéndum del 2005, prohíbe la fecundación eteróloga, es decir, aquella en la que haya un donante, de semen o de óvulos, externo a la pareja. Excluye así a las parejas homosexuales y a los solteros. Además, impone la utilización de un máximo de tres óvulos, con el implante inmediato de todos los embriones obtenidos y prohíbe la congelación de los embriones para la investigación. Esto implica la imposibilidad de fecundar in vitro más óvulos, para luego efectuar una preselección (PGD) de los mejores embriones destinados al implante, con riesgos no solamente para la salud del hijo, sino también para la mujer que, al manifestarse complicaciones, no puede interrumpir el tratamiento o, frecuentemente, puede tener que llevar embarazos múltiples.
En el Centro Cefer los transalpinos representan el 25% del total de los pacientes. Según el Dr. Marina, el aflujo de parejas italianas a las clínicas españolas no se debe a un déficit de técnicas, sino de legislación. “La presión del Vaticano sobre el Legislador en Italia es muy fuerte. En España pasa algo parecido, con la poderosa influencia social y cultural de la Opus Dei”, afirma Marina. “He asistido a muchos conflictos entre parejas españolas en donde el deseo de maternidad se enfrentaba a la obediencia a los preceptos religiosos, pero casi siempre he visto ganar el primero”, concluye.
El riesgo del mercado de la donación de óvulos
Mil mujeres jóvenes de diferentes nacionalidades donan anualmente al IVI un material mucho más precioso que la más valiosa de las joyas: sus ovocitos. Eso para que otras mujeres con problemas de fertilidad puedan engendrar un hijo.
Sara, 22 años, vallisoletana, es una universitaria en criminología. Es de complexión delgada, fuma, pero no bebe alcohol. Encarna el perfil típico de una donante, que, por ley, puede tener desde 18 hasta 35 años. Vive y estudia en Barcelona y ha donado ya tres veces. La primera a los 20 y lo hizo sin decírselo a su padre, médico, que estaba en contra. “Me enteré de esta posibilidad por una amiga que tenía problemas de fertilidad”, explica Sara. “La primera vez lo hice por dinero. Luego ya no, porque me di cuenta de que podía ayudar a mujeres menos afortunadas”, asegura persuadida la joven, que casi considera execiva su retribución.
“Ya he convencido a dos amigas para que hagan la donación y creo que en todos los países debería estar permitido”, afirma. Sin embargo, concluye Sara, “pienso que si en el futuro tuviera la necesidad, optaría por la adopción, me parece un problema más urgente”, asegura, manifiestamente orgullosa de haber contribuido, a los 22 años, al nacimiento de tres niños.
En el ámbito de la cura a la infertilidad, sin dudas el tema de la donación de óvulos sigue siendo el más conflictivo.
En España la donación debe ser altruista, gratuita y anónima. En cambio, en Inglaterra, la donante debe ser identificada y puede tener obligaciones legales hacia el nascituro. Lo cual ha provocado una caída en el número de las donantes inglesas y un éxodo de muchas de ellas hacia España.
La ley española del 2006 prohíbe también publicitar contribuciones económicas para la donación. Lo que sí admite es únicamente una retribución que no sobrepase los 1.000 euros, como reembolso por el desgaste físico y temporal de la donante de óvulos (50 euros, en cambio, es la “tarifa” para una donación de semen). La paciente tiene que someterse a un tratamiento de un mes, que comporta la toma casi diaria de medicamentos y algunas limitaciones de las costumbres, como la abstinencia sexual. La larga duración del proceso y la necesidad de un seguimiento médico durante todo el tratamiento hacen que muchas clínicas, pero no todas, rechazen aspirantes donantes extranjeras que no puedan quedarse todo el tiempo necesario en España. La ley impone también un límite de seis hijos obtenidos por el material genético de un mismo donante. Por eso, está previsto realizar un registro nacional que asegure el cumplimento de la norma. Sin embargo, de momento, la falta de un registro permite donar hasta seis veces en una clínica y luego seguir haciéndolo en otros centros. Además, la ley habla de partos efectuados en el territorio español, así que quedan excluidos de la cuenta los hijos nacidos en el extranjero por donaciones efectuadas aquí.
“El riesgo de mercado existe”, explica el Dr. Simón Marina, “porque no todos los centros se atienen a la ley u ofrecen ilegalmente más dinero de lo que está consentido”. “Nosotros nos limitamos a informar, no a publicitar. Se trata de poner las cosas en claro, sin ambigüedad”, afirma Marina.
Raffaele y Anna lucen emoción y confianza al salir de la primera consulta médica en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en su sede barcelonesa de Ronda General Mitre: “Buongiorno a tutti. ¡Somos del mismo pueblo de Gattuso!”, exclaman con una sonrisa impresa en la cara.
La sala de espera del centro parece una de las románticas plazas de Venecia. Parejas de todo el mundo que se dispensan cariño, se besan y se cogen con fuerza las manos, como si estuvieran en luna de miel. El italiano es, de largo, el idioma más escuchado y no solo por los pacientes. De hecho, la gran mayoría de los empleados de la clínica, desde el personal de recepción, hasta los medicos, lo habla perfectamente. Además, entre ellos, muchos son nativos de la Bota.
El centro IVI es una de las numerosas clínicas para el tratamiento de la infertilidad aparecidas en España en los últimos quince años. En particular, Cataluña y todo el Levante español han sido la cuna de lo que algunos han empezado a llamar ‘turismo reproductivo’. Solo IVI tiene once institutos en la península y seis en Latinoamérica.
Esta pareja italiana no representa precisamente el arquetipo de los usuarios de estos centros, que, por lo general, pertenecen a clases sociales medio-altas.
Los precios, de hecho, no son para todos los bolsillos: desde 6.000 hasta 9.500 euros, según el tipo de tratamiento.
Él es mecánico; ella, maestra de primera enseñanza. Ninguno de los dos llega a los 30 años y están casados desde hace tres. Son personas sencillas, hablar con un periodista se le resulta extraño, pero la euforia puede más que la timidez. “Mucha gente en Italia aún no sabe que en España se puede tratar la infertilidad de formas que no son posibles en nuestro país”, comenta Raffaele, que explica:
“Nos gustaría mucho poderlo hacer más cerca de casa, porque no somos turistas. Llegamos ayer y mañana ya regresaremos. El trabajo nos espera. Hemos hecho un sacrificio económico para venir hasta aquí”.
Dentro de dos meses, cuando el centro habrá encontrado la donante de óvulos adecuada, ya que los ovocitos se escogen según las características fenotípicas de la paciente para que haya un parecido entre los hijos y las madres, Anna y Raffaele volverán para efectuar el tratamiento. Otras dos noches, no más, en Barcelona, en un hotel muy cerca de la clínica.
Menopausia precoz es el problema de Anna, que afirma: “en casa hemos tenido que decir que nos íbamos a Milán para una feria, porque todavía quedan prejuicios hacia estos tipos de asuntos. Pero yo no tengo ni una duda: el hijo será nuestro al cien por cien, porque crecerá dentro de mí y el material genético es de él”, asegura Anna, agarrando la mano de Raffaele.
Según los datos de IVI, de los 544 ciclos de donación de óvulos efectuados en 2007 en el centro barcelonés, un 80% se ha dirigido a parejas extranjeras, de las cuales casi un 60% son italianas. La incidencia de pacientes foráneos baja (20,3%) para la fertilización in vitro convencional (IVF), técnica difundida y legal en muchos países y vuelve a subir a un 40,6% para los que acuden a los centros españoles para la diagnosis genética de pre-implantación (PGD), prohibida en algunos estados europeos, como Italia, donde no se permite la selección de los embriones de mejor calidad para el implante.
En el Instituto Marqués de Barcelona el aflujo de parejas extranjeras alcanza un 55% del total. El doctor Raúl Olivares, director del programa internacional del centro, explica que existen principalmente tres razones que impulsan a los foráneos a venir a España. En primer lugar, la existencia en sus países de listas de espera muy largas, cosa que ocurre, por ejemplo, en Inglaterra; luego, las prohibiciones legislativas como en Italia y Alemania; y finalmente, una ventaja en términos de precio, como sucede para los estadounidenses. De hecho, el aflujo de parejas extranjeras es tan relevante que un cambio de legislación, en sentido más permisivo, en los demás países europeos, probablemente causaría un problema económico para las clínicas españolas. Aún así, siguen siendo pocos los centros que dispongan en su propio interior de un departamiento de asistencia para el alojamiento de los pacientes. En cambio, algunas clínicas han optado por instaurar convenios con agencias de viaje de la ciudad, que se ocupan de reservar los pasajes y los hoteles para los clientes.
Las diferencias legislativas
La legislación española sobre la materia es una de las más exhaustivas de Europa. Desde 1988 se legisló el tema hasta que en 2006 se acabaron de pulir definitivamente algunos puntos contradictorios.
El doctor Simón Marina, responsable del centro Cefer de Barcelona, es pionero en técnicas de ayuda a la infertilidad y miembro fundador de la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (Anacer), que representa a 28 clínicas en toda España, de las cuales 15 se hallan en Levante (IVI no es miembro). Según Marina, el éxito español en este campo se debe a una legislación más liberal que la de los demás países europeos. De hecho, en España únicamente está prohibido seleccionar el género del embrión, sin la presencia de complicaciones médicas, así como el llamado “útero en alquiler”, o sea, la posibilidad de que una mujer que tenga dañado el útero o a la que se lo hayan extirpado, deje portar el embarazo a una mujer acogedora del embrión. Asimismo, explica Marina: “No transigimos con la calidad de los tratamientos, como, en cambio, se hace en el Este de Europa, donde se ofrecen precios muy bajos a cambio de una menor seguridad”.
En otros países europeos, como Alemania o Italia, la normativa es mucho más restrictiva. En Italia la ley del 2004, aprobada por el gobierno de Silvio Berlusconi y cuya abrogación fracasó en un referéndum del 2005, prohíbe la fecundación eteróloga, es decir, aquella en la que haya un donante, de semen o de óvulos, externo a la pareja. Excluye así a las parejas homosexuales y a los solteros. Además, impone la utilización de un máximo de tres óvulos, con el implante inmediato de todos los embriones obtenidos y prohíbe la congelación de los embriones para la investigación. Esto implica la imposibilidad de fecundar in vitro más óvulos, para luego efectuar una preselección (PGD) de los mejores embriones destinados al implante, con riesgos no solamente para la salud del hijo, sino también para la mujer que, al manifestarse complicaciones, no puede interrumpir el tratamiento o, frecuentemente, puede tener que llevar embarazos múltiples.
En el Centro Cefer los transalpinos representan el 25% del total de los pacientes. Según el Dr. Marina, el aflujo de parejas italianas a las clínicas españolas no se debe a un déficit de técnicas, sino de legislación. “La presión del Vaticano sobre el Legislador en Italia es muy fuerte. En España pasa algo parecido, con la poderosa influencia social y cultural de la Opus Dei”, afirma Marina. “He asistido a muchos conflictos entre parejas españolas en donde el deseo de maternidad se enfrentaba a la obediencia a los preceptos religiosos, pero casi siempre he visto ganar el primero”, concluye.
El riesgo del mercado de la donación de óvulos
Mil mujeres jóvenes de diferentes nacionalidades donan anualmente al IVI un material mucho más precioso que la más valiosa de las joyas: sus ovocitos. Eso para que otras mujeres con problemas de fertilidad puedan engendrar un hijo.
Sara, 22 años, vallisoletana, es una universitaria en criminología. Es de complexión delgada, fuma, pero no bebe alcohol. Encarna el perfil típico de una donante, que, por ley, puede tener desde 18 hasta 35 años. Vive y estudia en Barcelona y ha donado ya tres veces. La primera a los 20 y lo hizo sin decírselo a su padre, médico, que estaba en contra. “Me enteré de esta posibilidad por una amiga que tenía problemas de fertilidad”, explica Sara. “La primera vez lo hice por dinero. Luego ya no, porque me di cuenta de que podía ayudar a mujeres menos afortunadas”, asegura persuadida la joven, que casi considera execiva su retribución.
“Ya he convencido a dos amigas para que hagan la donación y creo que en todos los países debería estar permitido”, afirma. Sin embargo, concluye Sara, “pienso que si en el futuro tuviera la necesidad, optaría por la adopción, me parece un problema más urgente”, asegura, manifiestamente orgullosa de haber contribuido, a los 22 años, al nacimiento de tres niños.
En el ámbito de la cura a la infertilidad, sin dudas el tema de la donación de óvulos sigue siendo el más conflictivo.
En España la donación debe ser altruista, gratuita y anónima. En cambio, en Inglaterra, la donante debe ser identificada y puede tener obligaciones legales hacia el nascituro. Lo cual ha provocado una caída en el número de las donantes inglesas y un éxodo de muchas de ellas hacia España.
La ley española del 2006 prohíbe también publicitar contribuciones económicas para la donación. Lo que sí admite es únicamente una retribución que no sobrepase los 1.000 euros, como reembolso por el desgaste físico y temporal de la donante de óvulos (50 euros, en cambio, es la “tarifa” para una donación de semen). La paciente tiene que someterse a un tratamiento de un mes, que comporta la toma casi diaria de medicamentos y algunas limitaciones de las costumbres, como la abstinencia sexual. La larga duración del proceso y la necesidad de un seguimiento médico durante todo el tratamiento hacen que muchas clínicas, pero no todas, rechazen aspirantes donantes extranjeras que no puedan quedarse todo el tiempo necesario en España. La ley impone también un límite de seis hijos obtenidos por el material genético de un mismo donante. Por eso, está previsto realizar un registro nacional que asegure el cumplimento de la norma. Sin embargo, de momento, la falta de un registro permite donar hasta seis veces en una clínica y luego seguir haciéndolo en otros centros. Además, la ley habla de partos efectuados en el territorio español, así que quedan excluidos de la cuenta los hijos nacidos en el extranjero por donaciones efectuadas aquí.
“El riesgo de mercado existe”, explica el Dr. Simón Marina, “porque no todos los centros se atienen a la ley u ofrecen ilegalmente más dinero de lo que está consentido”. “Nosotros nos limitamos a informar, no a publicitar. Se trata de poner las cosas en claro, sin ambigüedad”, afirma Marina.
Ecosocialismo: ¿Futuro o abismo de la izquierda europea?
En todo el continente las formaciones de extrema izquierda se van reorganizando para enfrentarse a los cambios de la sociedad contemporánea.
Los últimos comicios españoles han dejado muchas ‘sandías’ en el campo, evidenciando como a la marea, deriva para algunos, rojo y verde aún quede mucho trabajo para convencer el electorado.
El ecosocialismo es una doctrina política muy popular entre las nuevas generaciones de izquierda. Menos Marx y más Marcuse, se podría decir simplificando.
Michael Löwy, que escribió el Manifiesto Ecosocialista en 2001 y miembro de la cuarta internacional, afirma: “La cuestión ecológica es el gran desafío para una renovación del pensamiento marxista en el XXI siglo. Hay la exigencia de una revisión crítica profunda de la concepción marxista tradicional de las “fuerzas productivas” y una ruptura radical con la ideología del progreso linear y con el paradigma tecnológico y económico de la civilización industrial moderna.”
Paolo Pombeni, profesor de historia de los sistemas políticos europeos en la Universidad de Bolonia, expresa sus dudas con respecto a la utilidad de esta estrategia: “La atención por el medio ambiente ya es un componente de todas las fuerzas políticas. De manera que las formaciones de extrema izquierda utilizan este argumento en una versión “utópica”, que nunca podrá convencer a un ancho estrato de ciudadanos.”
La gran mayoría de las formaciones políticas de extrema izquierda occidentales han tratado en los últimos años de marcar su propia identidad y distinguirse de los partidos de matriz socialdemócrata, para garantizar su supervivencia y no ser engullidas por sistemas que tiendan inexorablemente al bipartidismo. Indicativa de esta preocupación fue la evocación por parte de Izquierda Unida (IU) y de su aleado catalán, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), en las elecciones del marzo 2008, al “voto de corazón” en lugar del “voto útil”, representado y pedido explícitamente por el PP y el PSOE. La fuerza del PSOE obligó Llamazares a actuar mediante estrategias de diferenciación, como por ejemplo la valoración de su aspecto ecologista y “movimientista”. De hecho, IU ha abandonado progresivamente las posturas poscomunistas en favor de un horizonte común al de los movimientos sociales, orientado sobre todo a pacifismo y ecosocialismo, que ya caracterizaba Iniciativa.
Pero si “vivir en paz con nuestro planeta” era el segundo punto del programa electoral de IU, el primero propulsaba el cambio de ley electoral, para que se “recupere el principio de proporcionalidad constitucional”, afirmaban.
El profesor de historia política Carlo Guarnieri subraya que: “es evidente que formaciones de este tipo para sobrevivir necesitan una ley electoral proporcional, posiblemente una ley que premie a quien tenga un apoyo muy difundido y generalizado en el territorio”.
Quizás el futuro de la izquierda europea sea el de convertirse en un catalizador de distintas voces y colores, con el objetivo de asociar a todos los movimientos sociales emancipadores.
A este respecto, el sociólogo, literato y ecologista español Jorge Riechmann afirma: “Este proyecto no puede renunciar a ningún color del Arco Iris. Ni el rojo del movimiento obrero, ni el viola de las luchas para la liberación de las mujeres, ni el blanco de los movimientos por la paz, ni el anti-autoritarismo negro de los libertarios y anárquicos y aún menos el verde de la lucha para un planeta habitable”.
Sin embargo, Pombeni añade, puede que con realismo: “El peor enemigo de estas formaciones es el fin del mito del progreso interminable y de la posibilidad de realizar cualquier utopía”.
Los últimos comicios españoles han dejado muchas ‘sandías’ en el campo, evidenciando como a la marea, deriva para algunos, rojo y verde aún quede mucho trabajo para convencer el electorado.
El ecosocialismo es una doctrina política muy popular entre las nuevas generaciones de izquierda. Menos Marx y más Marcuse, se podría decir simplificando.
Michael Löwy, que escribió el Manifiesto Ecosocialista en 2001 y miembro de la cuarta internacional, afirma: “La cuestión ecológica es el gran desafío para una renovación del pensamiento marxista en el XXI siglo. Hay la exigencia de una revisión crítica profunda de la concepción marxista tradicional de las “fuerzas productivas” y una ruptura radical con la ideología del progreso linear y con el paradigma tecnológico y económico de la civilización industrial moderna.”
Paolo Pombeni, profesor de historia de los sistemas políticos europeos en la Universidad de Bolonia, expresa sus dudas con respecto a la utilidad de esta estrategia: “La atención por el medio ambiente ya es un componente de todas las fuerzas políticas. De manera que las formaciones de extrema izquierda utilizan este argumento en una versión “utópica”, que nunca podrá convencer a un ancho estrato de ciudadanos.”
La gran mayoría de las formaciones políticas de extrema izquierda occidentales han tratado en los últimos años de marcar su propia identidad y distinguirse de los partidos de matriz socialdemócrata, para garantizar su supervivencia y no ser engullidas por sistemas que tiendan inexorablemente al bipartidismo. Indicativa de esta preocupación fue la evocación por parte de Izquierda Unida (IU) y de su aleado catalán, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), en las elecciones del marzo 2008, al “voto de corazón” en lugar del “voto útil”, representado y pedido explícitamente por el PP y el PSOE. La fuerza del PSOE obligó Llamazares a actuar mediante estrategias de diferenciación, como por ejemplo la valoración de su aspecto ecologista y “movimientista”. De hecho, IU ha abandonado progresivamente las posturas poscomunistas en favor de un horizonte común al de los movimientos sociales, orientado sobre todo a pacifismo y ecosocialismo, que ya caracterizaba Iniciativa.
Pero si “vivir en paz con nuestro planeta” era el segundo punto del programa electoral de IU, el primero propulsaba el cambio de ley electoral, para que se “recupere el principio de proporcionalidad constitucional”, afirmaban.
El profesor de historia política Carlo Guarnieri subraya que: “es evidente que formaciones de este tipo para sobrevivir necesitan una ley electoral proporcional, posiblemente una ley que premie a quien tenga un apoyo muy difundido y generalizado en el territorio”.
Quizás el futuro de la izquierda europea sea el de convertirse en un catalizador de distintas voces y colores, con el objetivo de asociar a todos los movimientos sociales emancipadores.
A este respecto, el sociólogo, literato y ecologista español Jorge Riechmann afirma: “Este proyecto no puede renunciar a ningún color del Arco Iris. Ni el rojo del movimiento obrero, ni el viola de las luchas para la liberación de las mujeres, ni el blanco de los movimientos por la paz, ni el anti-autoritarismo negro de los libertarios y anárquicos y aún menos el verde de la lucha para un planeta habitable”.
Sin embargo, Pombeni añade, puede que con realismo: “El peor enemigo de estas formaciones es el fin del mito del progreso interminable y de la posibilidad de realizar cualquier utopía”.
La era Medvédev será un laboratorio
3 de marzo de 2008
Este domingo se han celebrado las elecciones presidenciales rusas, calificadas de “farsa” por la oposición, y cuya transparencia ha sido puesta en duda por los observadores internacionales. Dmitry Medvédev, 42 años, el hombre escogido por Vladimir Putin para sucederle, ha conseguido una holgada victoria, con un apoyo del 68%. Pero la incógnita sigue estando en saber si desplegará una política al margen de los dictados de Putin.
Francesc Serra, barcelonés, 45 años, es profesor de Relaciones Internacionales y Política Internacional Europea en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), miembro del Observatorio de Política Exterior Europea del Instituto Universitario de Estudios Europeos y profesor de la Fundación CIDOB. Autor de: “Rusia, la otra potencia europea” (Ed. Bellaterra; Barcelona, 2005) y “Chechenia, rompamos el silencio” (Ed. Icaria; Barcelona, 2008).
¿Han sido las elecciones de un país democrático?
Rusia no es exactamente un estado dictatorial, si no más bien un estado autoritario donde los procesos políticos están controlados, pero no se puede decir que haya un falseamiento de la que es la opinión política difundida en el país. El problema no es tanto el proceso electoral, como lo social, el control en la vida cotidiana y de los medios de comunicación.
Tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos hay medios de presión sobre la sociedad. En Rusia simplemente no hay mucha tradición democrática.
Sin embargo no apoyo la idea que se refiere a Rusia como a una ‘excepción cultural’. No es un país especial en el sentido que no puede aceptar la democracia. De hecho, era lo se decía también para España. Nosotros hicimos nuestro camino, como ellos tienen que hacer lo suyo.
¿Que será la Rusia de Medvédev?
Tengo la convención que la época Medvédev será un laboratorio. Putin ‘se toma unas vacaciones’, justo ahora que probablemente para Rusia llegan tiempos no muy fáciles. Porque nadie puede garantizar el precio del petróleo y una estabilidad social. Si va mal Putin salva la cara, y si va bien puede volver tranquilamente. Incluso puede volver también en caso de dificultad y tomar otra vez el papel de salvador de la patria. Ya ha anunciado que no se apartará de la política y acabará de primer ministro. Medvédev es un heredero directo y seguirá en la misma dirección, pero es otro. No olvidemos que muchas veces en política los propios elementos radicales se dan cuenta que su radicalismo es peligroso y nombran sucesores más moderados.
En España tenemos dos ejemplos: el Rey Juan Carlos por Franco y Rajoy por Aznar. Con lo cual se puede aprovechar de esta sucesión para moderar el régimen, para corregir algunos sistemas que pueden ser peligrosos.
¿Por qué los rusos quieren a Putin?
Putin tiene apoyo popular porque Rusia ha evolucionado positivamente. Ha crecido económicamente, se ha cohesionado socialmente y ha aumentado el orgullo nacional. Y sobre todo, venían de una época muy mala, la de Yeltsin, que para los rusos fue una era de venta de la patria, de perdida de soberanía, de corrupción. Era un estado fallido. No había capacidad de control del territorio. Necesitaba cohesión social. Era una sociedad que estaba dividida y deprimida. Rusia se ha recuperado porque no podía ir mas abajo. Ni bien llegó al poder, lo primero que hizo Putin fue controlar los medios de comunicación, lo segundo controlar los medios de producción, especialmente energéticos. Ha llegado a hacerse el dueño de las grandes empresas gasíferas y petrolíferas y esto ha sido muy popular. La impresión de la sociedad rusa fue que antes las empresas eran el Estado y ahora hacen parte del Estado.
La independencia de Kosovo. ¿Cual es la preocupación del Kremlin?
El hecho de mantener una posición firme en Kosovo y incluso la amenaza periódica del uso del armamento obedecen a la lógica de campaña electoral. De hecho en los últimos meses Rusia se había mostrado mucho más flexible y ahora han habido unas declaraciones de Putin más agresivas, que probablemente va a moderar después de las elecciones. Tendrá que adecuarse a la situación, de igual modo que España.
Chechenia. ¿Porqué Occidente lo tolera? ¿Quizás para conseguir el apoyo ruso contra del terrorismo internacional?
Si fuera sólo por los Estados Unidos tal vez se podría decir. En la primera guerra del 1994 hubo una condena de Occidente, pero fue claro que no se podía prescindir de Rusia y aceptar una condición de inestabilidad en los Balcanes. Ya en el verano del ’95, Occidente había moderado mucho sus posiciones. En la segunda guerra del 1999, Putin y Yeltsin antes de enviar sus tropas llamaron a las cancillerías occidentales y no hubo protesta, porque como dijo Condoleeza Rice: “una Rusia aliada es incómoda, pero una Rusia enemiga es peligrosa”. Chechenia representa para los rusos el concepto clásico de soberanía, o sea el derecho que tienen los estados a violar los derechos humanos en su propio territorio y en Rusia esto se cumple a rajatabla...
Rusia quería el petróleo del Mar Caspio y no es casual que justo cuando se firmó el contrato para el oleoducto, la vía sur hacia Turquía y el Mediterráneo, Yeltsin pudo enviar sus tropas a Chechenia. Por lo tanto también se hizo en nombre de Occidente. ¿A quien le importan 200.000 muertos cuando se consigue la estabilidad de todo el tercio septentrional del planeta? Lo mismo pasa con respecto a las ‘revoluciones coloradas’: Georgia y Ucrania tienen regímenes pro occidentales y si fuera por ellos ya serían parte de la Unión Europea. De hecho podrían dejar de depender de Rusia si a Occidente le interesara, pero aquí importa más la estabilidad rusa.
¿Qué escenario mundial ve para el futuro próximo? ¿Habrá cuatro superpotencias: Unión Europea, Estados Unidos, China y Rusia?
Creo que el mundo va por una multipolarización todavía más aguda. Ahora ya dudo que Europa se pueda convertir en una potencia unida. Será muy interesante ver como evolucionará la política estadounidenses si gana Obama, que representa un paradigma de novedad. China seguirá creciendo, pero no llegará a ser la potencia hegemónica. Y tendremos también a India que va a hacer un camino distinto de China, “no tan capitalista”… Además, potencias medias como Brasil, que ha encontrado yacimientos de petróleo en la costa de San Pablo que podrán quintuplicar la capacidad de producción del país, podrán competir con Rusia a medio plazo. De todas formas hay que decir que el petróleo es una materia agotable a breve término, a unos 20 años.
¿Entonces el renacimiento ruso se puede definir un poco miope?
En efecto, sí. Los oligopolios de las empresas de hidrocarburos perjudican la misma economía rusa, que se ve excesivamente dependiente por unos recursos poco estructurados y fiables. Ya después de la crisis del 1998 Rusia renunció a una reindustrialización del país, para convertirse en un estado petrolero. Esa no fue una política previsora.
Este domingo se han celebrado las elecciones presidenciales rusas, calificadas de “farsa” por la oposición, y cuya transparencia ha sido puesta en duda por los observadores internacionales. Dmitry Medvédev, 42 años, el hombre escogido por Vladimir Putin para sucederle, ha conseguido una holgada victoria, con un apoyo del 68%. Pero la incógnita sigue estando en saber si desplegará una política al margen de los dictados de Putin.
Francesc Serra, barcelonés, 45 años, es profesor de Relaciones Internacionales y Política Internacional Europea en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), miembro del Observatorio de Política Exterior Europea del Instituto Universitario de Estudios Europeos y profesor de la Fundación CIDOB. Autor de: “Rusia, la otra potencia europea” (Ed. Bellaterra; Barcelona, 2005) y “Chechenia, rompamos el silencio” (Ed. Icaria; Barcelona, 2008).
¿Han sido las elecciones de un país democrático?
Rusia no es exactamente un estado dictatorial, si no más bien un estado autoritario donde los procesos políticos están controlados, pero no se puede decir que haya un falseamiento de la que es la opinión política difundida en el país. El problema no es tanto el proceso electoral, como lo social, el control en la vida cotidiana y de los medios de comunicación.
Tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos hay medios de presión sobre la sociedad. En Rusia simplemente no hay mucha tradición democrática.
Sin embargo no apoyo la idea que se refiere a Rusia como a una ‘excepción cultural’. No es un país especial en el sentido que no puede aceptar la democracia. De hecho, era lo se decía también para España. Nosotros hicimos nuestro camino, como ellos tienen que hacer lo suyo.
¿Que será la Rusia de Medvédev?
Tengo la convención que la época Medvédev será un laboratorio. Putin ‘se toma unas vacaciones’, justo ahora que probablemente para Rusia llegan tiempos no muy fáciles. Porque nadie puede garantizar el precio del petróleo y una estabilidad social. Si va mal Putin salva la cara, y si va bien puede volver tranquilamente. Incluso puede volver también en caso de dificultad y tomar otra vez el papel de salvador de la patria. Ya ha anunciado que no se apartará de la política y acabará de primer ministro. Medvédev es un heredero directo y seguirá en la misma dirección, pero es otro. No olvidemos que muchas veces en política los propios elementos radicales se dan cuenta que su radicalismo es peligroso y nombran sucesores más moderados.
En España tenemos dos ejemplos: el Rey Juan Carlos por Franco y Rajoy por Aznar. Con lo cual se puede aprovechar de esta sucesión para moderar el régimen, para corregir algunos sistemas que pueden ser peligrosos.
¿Por qué los rusos quieren a Putin?
Putin tiene apoyo popular porque Rusia ha evolucionado positivamente. Ha crecido económicamente, se ha cohesionado socialmente y ha aumentado el orgullo nacional. Y sobre todo, venían de una época muy mala, la de Yeltsin, que para los rusos fue una era de venta de la patria, de perdida de soberanía, de corrupción. Era un estado fallido. No había capacidad de control del territorio. Necesitaba cohesión social. Era una sociedad que estaba dividida y deprimida. Rusia se ha recuperado porque no podía ir mas abajo. Ni bien llegó al poder, lo primero que hizo Putin fue controlar los medios de comunicación, lo segundo controlar los medios de producción, especialmente energéticos. Ha llegado a hacerse el dueño de las grandes empresas gasíferas y petrolíferas y esto ha sido muy popular. La impresión de la sociedad rusa fue que antes las empresas eran el Estado y ahora hacen parte del Estado.
La independencia de Kosovo. ¿Cual es la preocupación del Kremlin?
El hecho de mantener una posición firme en Kosovo y incluso la amenaza periódica del uso del armamento obedecen a la lógica de campaña electoral. De hecho en los últimos meses Rusia se había mostrado mucho más flexible y ahora han habido unas declaraciones de Putin más agresivas, que probablemente va a moderar después de las elecciones. Tendrá que adecuarse a la situación, de igual modo que España.
Chechenia. ¿Porqué Occidente lo tolera? ¿Quizás para conseguir el apoyo ruso contra del terrorismo internacional?
Si fuera sólo por los Estados Unidos tal vez se podría decir. En la primera guerra del 1994 hubo una condena de Occidente, pero fue claro que no se podía prescindir de Rusia y aceptar una condición de inestabilidad en los Balcanes. Ya en el verano del ’95, Occidente había moderado mucho sus posiciones. En la segunda guerra del 1999, Putin y Yeltsin antes de enviar sus tropas llamaron a las cancillerías occidentales y no hubo protesta, porque como dijo Condoleeza Rice: “una Rusia aliada es incómoda, pero una Rusia enemiga es peligrosa”. Chechenia representa para los rusos el concepto clásico de soberanía, o sea el derecho que tienen los estados a violar los derechos humanos en su propio territorio y en Rusia esto se cumple a rajatabla...
Rusia quería el petróleo del Mar Caspio y no es casual que justo cuando se firmó el contrato para el oleoducto, la vía sur hacia Turquía y el Mediterráneo, Yeltsin pudo enviar sus tropas a Chechenia. Por lo tanto también se hizo en nombre de Occidente. ¿A quien le importan 200.000 muertos cuando se consigue la estabilidad de todo el tercio septentrional del planeta? Lo mismo pasa con respecto a las ‘revoluciones coloradas’: Georgia y Ucrania tienen regímenes pro occidentales y si fuera por ellos ya serían parte de la Unión Europea. De hecho podrían dejar de depender de Rusia si a Occidente le interesara, pero aquí importa más la estabilidad rusa.
¿Qué escenario mundial ve para el futuro próximo? ¿Habrá cuatro superpotencias: Unión Europea, Estados Unidos, China y Rusia?
Creo que el mundo va por una multipolarización todavía más aguda. Ahora ya dudo que Europa se pueda convertir en una potencia unida. Será muy interesante ver como evolucionará la política estadounidenses si gana Obama, que representa un paradigma de novedad. China seguirá creciendo, pero no llegará a ser la potencia hegemónica. Y tendremos también a India que va a hacer un camino distinto de China, “no tan capitalista”… Además, potencias medias como Brasil, que ha encontrado yacimientos de petróleo en la costa de San Pablo que podrán quintuplicar la capacidad de producción del país, podrán competir con Rusia a medio plazo. De todas formas hay que decir que el petróleo es una materia agotable a breve término, a unos 20 años.
¿Entonces el renacimiento ruso se puede definir un poco miope?
En efecto, sí. Los oligopolios de las empresas de hidrocarburos perjudican la misma economía rusa, que se ve excesivamente dependiente por unos recursos poco estructurados y fiables. Ya después de la crisis del 1998 Rusia renunció a una reindustrialización del país, para convertirse en un estado petrolero. Esa no fue una política previsora.
"El ateísmo militante es el ateísmo consciente" Entrevista a Joan Carles Marset, vicepresidente de Ateus de Catalunya
Joan Carles Marset, 45 años, es el vicepresidente de Ateus de Catalunya. Una asociación sin ánimo de lucro y autofinanciada por sus propios socios, ya cerca 200, que nació en Barcelona en 1994. Su sede se encuentra en la calle Daoiz y Velarde, donde sus miembros se reúnen todos los jueves por la tarde. A través de la web www.ateus.org la asociación difunde sus comunicados e iniciativas, vigilando el nivel de laicidad de la sociedad catalana y española.
Joan Carles Marset trabaja como editor en la Universidad Autónoma de Barcelona, es un hombre de aspecto afable y maneras distinguidas, casi las de un cura de campo. Con natural familiaridad nos invita a un té.
¿Que objetivos tenéis?
Tenemos tres ámbitos de trabajo: la difusión del pensamiento ateo, la lucha por la laicidad del Estado y la defensa de la libertad de conciencia. Trabajamos por una sociedad nueva, más tolerante, consciente y respetuosa con las ideas y libertades individuales.
¿Con qué medidas?
Tratamos de utilizar los medios de comunicación, a través de conferencias, artículos y entrevistas. Además colaboramos con los partidos políticos para la elaboración de sus programas y de leyes, y participamos en celebraciones públicas con stands informativos.
¿Conseguís éxitos?
Hablar de éxitos concretos es difícil, porque significaría atribuirse el mérito exclusivo de procesos de evolución social muy amplios, que tienen numerosas y distintas raíces. Intentamos impregnar la sociedad de nuestras ideas. Hace unos años era muy difícil definirse en público como ateo, ahora ya no.
¿Hacéis proselitismo?
Nuestra vocación no es proselitista. En esto hay una diferencia fundamental con las religiones, cuyo objetivo es salvar a la gente. Nosotros no pensamos que haya que salvar a nadie de nada, ni tampoco convertir. El ateísmo militante simplemente es un ateísmo consciente.
¿Existe un derecho a la ignorancia?
Por supuesto. No estamos defendiendo sólo la libertad de conciencia de los ateos, sino la de todos los ciudadanos. Es perfectamente correcto que alguien elija una creencia religiosa, siempre que sea una elección libre y consciente.
¿Entiende a los padres no creyentes que bautizan a sus hijos para que no sean discriminados?
Desde el punto de vista individual lo respeto absolutamente. Nadie quiere ser discriminado ni, sobre todo, que lo sean sus hijos. Pero a veces uno se tendría que plantear hasta qué punto es cómplice de esta discriminación. Si todo el mundo calla y agacha la cabeza, llegará un día en el cual nadie podrá lamentarse de que no haya justicia.
¿Piensa que todos los ateos tendrían que apostatar?
Puedo entender que si no crees te dé igual estar bautizado o no. Sin embargo, la Iglesia se aprovecha de esta situación, afirmando que en España el 93% de la población está bautizada y subliminalmente, con esos datos, te sitúan en minoría. Pero es imposible verificar sus datos. En cambio, una encuesta del Ayuntamiento de Barcelona refleja que entre los 15 y los 29 años el número de creyentes es menor que el de no creyentes. Se está produciendo un cambio en la sociedad más rápido de lo que muchos pueden pensar. Internet ha acelerado este proceso, de hecho la Iglesia siempre ha tratado de impedir el acceso a la información, porque para ellos la gente no tiene que pensar, sino creer.
¿Usted apostató?
Sí. Lo hice sobre todo por coherencia personal y hacia mi hija a la que en su día no bauticé. Tampoco sería un problema para mí si, al llegar a la edad adulta, ella decidiese bautizarse, porque sería una decisión consciente. Quizás sería una decepción… pero un problema no.
¿La sociedad está preparada para vivir sin la promesa de una recompensa ultraterrena?
La sociedad no es homogénea, por supuesto. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes ya no necesitan la religión para explicar y dar respuesta a sus necesidades. Y se dan cuenta de ello de forma casi inconsciente. No pienso que se trate un proceso evolutivo en sentido hegeliano, de una mejoría progresiva y continua. Pueden producirse pausas, o darse pasos atrás, pero la secularización es un hecho.
¿Y el presunto renacimiento de la espiritualidad, subsiguiente al 11-S?
Puede ser que haya un cierto resurgimiento de la espiritualidad, pero me parece más inducido por los políticos y los medios. El integrismo islámico está vinculado a la situación de pobreza y de agravio histórico. La religión siempre ha sido un factor de mantenimiento del status quo y ha favorecido la permanencia de las sociedades en la ignorancia, para que fuesen más manipulables.
Pero la Iglesia promueve muchas obras de caridad hacia los pobres.
Al margen de casos específicos, detrás globalmente hay un contenido ideológico. Las iglesias llegan a las personas a través de la caridad. Es una manera de conseguir la receptividad del mensaje que promueven. Sin menospreciar su trabajo, me parece más elogiable la postura de otros colectivos de la sociedad, como muchas ONG, que hacen lo mismo sin esperar nada a cambio, a parte de su propia autosatisfacción.
De hecho la primera encíclica de Benedicto XVI habla de caridad cristiana.
Sí, pero siempre habla de caridad y no de justicia social, porque para ellos la justicia social es negativa. Necesitan una injusticia social para mantener su influencia. Lo prueba la postura totalmente contraria a la Teología de la Liberación en América latina.
¿Qué diferencias ve entre Wojtyla y Ratzinger?
La línea ideológica es la misma. Wojtyla era un hombre más mediático y poco teológico, pero entonces ya era Ratzinger quien, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dictaba la orientación contra conciliar y conservadora.
La percepción extranjera de que el ejecutivo de Zapatero es un gobierno laicista. ¿Es correcta?
Yo diría moderadamente laicista. Al principio adoptó algunas medidas que podían hacer pensar en una orientación laicista. Aprobó la ley para el matrimonio entre personas del mismo sexo. Suprimió la ley de calidad de la educación del Partido Popular, que imponía la educación religiosa obligatoria en las escuelas. Pero todavía los profesores siguen siendo elegidos por los obispos.
¿Está de acuerdo con la posición francesa en el tema de los símbolos religiosos?
En Francia la ley no prohíbe los símbolos religiosos, sino la ostentación de éstos en las escuelas. Claro que es un criterio muy subjetivo, pero hay que reconocer su buena voluntad para evitar que las religiones ocupen el espacio público convirtiendo las escuelas en un campo de batalla confesional.
¿La Iglesia Católica tendrá un fin?
No lo sé, ni me preocupa. Si se dedicara solamente a la espiritualidad, sin ocupar los espacios propios del Estado, tendría todo el derecho a existir. Considero también legítimo que intente difundir sus postulados en la sociedad mediante los mecanismos propios de un estado democrático. Lo que no es legítimo es que se apropie de las estructuras, recursos y espacios de competencia exclusiva del Estado, que debe ser laico, para reforzar su posición.
¿A pesar de que la etimología sea negativa, hay una definición positiva de ateo?
Las religiones creen en algo. El ateismo no cree en algo, pero eso no significa que no tenga convicciones. Son dos modelos de interpretación de la realidad. Las religiones basan todo su discurso en una dimensión que está “más allá”, que nadie ha visto ni puede garantizar. En cambio nosotros decimos que el hombre tiene su vida en sus manos y que puede elegir su destino. Ésta me parece una visión totalmente positiva.
¿La muerte no le da miedo?
La muerte es una realidad como cualquier otra. Claro que puede dar miedo, pero hay que preocuparse de vivir, no de morir.
¿Considera la posibilidad de cambiar de idea?
Por supuesto que sí. Pero necesitaría disponer de pruebas y de un fundamento lógico. Un creyente cree sin explicación racional. Un ateo llega a sus convicciones por medio del razonamiento. Herman Hesse decía que la religión es un teatro mágico “no para cualquiera” y que la entrada sólo costaba la razón”. Yo no estoy dispuesto a esto.
Joan Carles Marset trabaja como editor en la Universidad Autónoma de Barcelona, es un hombre de aspecto afable y maneras distinguidas, casi las de un cura de campo. Con natural familiaridad nos invita a un té.
¿Que objetivos tenéis?
Tenemos tres ámbitos de trabajo: la difusión del pensamiento ateo, la lucha por la laicidad del Estado y la defensa de la libertad de conciencia. Trabajamos por una sociedad nueva, más tolerante, consciente y respetuosa con las ideas y libertades individuales.
¿Con qué medidas?
Tratamos de utilizar los medios de comunicación, a través de conferencias, artículos y entrevistas. Además colaboramos con los partidos políticos para la elaboración de sus programas y de leyes, y participamos en celebraciones públicas con stands informativos.
¿Conseguís éxitos?
Hablar de éxitos concretos es difícil, porque significaría atribuirse el mérito exclusivo de procesos de evolución social muy amplios, que tienen numerosas y distintas raíces. Intentamos impregnar la sociedad de nuestras ideas. Hace unos años era muy difícil definirse en público como ateo, ahora ya no.
¿Hacéis proselitismo?
Nuestra vocación no es proselitista. En esto hay una diferencia fundamental con las religiones, cuyo objetivo es salvar a la gente. Nosotros no pensamos que haya que salvar a nadie de nada, ni tampoco convertir. El ateísmo militante simplemente es un ateísmo consciente.
¿Existe un derecho a la ignorancia?
Por supuesto. No estamos defendiendo sólo la libertad de conciencia de los ateos, sino la de todos los ciudadanos. Es perfectamente correcto que alguien elija una creencia religiosa, siempre que sea una elección libre y consciente.
¿Entiende a los padres no creyentes que bautizan a sus hijos para que no sean discriminados?
Desde el punto de vista individual lo respeto absolutamente. Nadie quiere ser discriminado ni, sobre todo, que lo sean sus hijos. Pero a veces uno se tendría que plantear hasta qué punto es cómplice de esta discriminación. Si todo el mundo calla y agacha la cabeza, llegará un día en el cual nadie podrá lamentarse de que no haya justicia.
¿Piensa que todos los ateos tendrían que apostatar?
Puedo entender que si no crees te dé igual estar bautizado o no. Sin embargo, la Iglesia se aprovecha de esta situación, afirmando que en España el 93% de la población está bautizada y subliminalmente, con esos datos, te sitúan en minoría. Pero es imposible verificar sus datos. En cambio, una encuesta del Ayuntamiento de Barcelona refleja que entre los 15 y los 29 años el número de creyentes es menor que el de no creyentes. Se está produciendo un cambio en la sociedad más rápido de lo que muchos pueden pensar. Internet ha acelerado este proceso, de hecho la Iglesia siempre ha tratado de impedir el acceso a la información, porque para ellos la gente no tiene que pensar, sino creer.
¿Usted apostató?
Sí. Lo hice sobre todo por coherencia personal y hacia mi hija a la que en su día no bauticé. Tampoco sería un problema para mí si, al llegar a la edad adulta, ella decidiese bautizarse, porque sería una decisión consciente. Quizás sería una decepción… pero un problema no.
¿La sociedad está preparada para vivir sin la promesa de una recompensa ultraterrena?
La sociedad no es homogénea, por supuesto. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes ya no necesitan la religión para explicar y dar respuesta a sus necesidades. Y se dan cuenta de ello de forma casi inconsciente. No pienso que se trate un proceso evolutivo en sentido hegeliano, de una mejoría progresiva y continua. Pueden producirse pausas, o darse pasos atrás, pero la secularización es un hecho.
¿Y el presunto renacimiento de la espiritualidad, subsiguiente al 11-S?
Puede ser que haya un cierto resurgimiento de la espiritualidad, pero me parece más inducido por los políticos y los medios. El integrismo islámico está vinculado a la situación de pobreza y de agravio histórico. La religión siempre ha sido un factor de mantenimiento del status quo y ha favorecido la permanencia de las sociedades en la ignorancia, para que fuesen más manipulables.
Pero la Iglesia promueve muchas obras de caridad hacia los pobres.
Al margen de casos específicos, detrás globalmente hay un contenido ideológico. Las iglesias llegan a las personas a través de la caridad. Es una manera de conseguir la receptividad del mensaje que promueven. Sin menospreciar su trabajo, me parece más elogiable la postura de otros colectivos de la sociedad, como muchas ONG, que hacen lo mismo sin esperar nada a cambio, a parte de su propia autosatisfacción.
De hecho la primera encíclica de Benedicto XVI habla de caridad cristiana.
Sí, pero siempre habla de caridad y no de justicia social, porque para ellos la justicia social es negativa. Necesitan una injusticia social para mantener su influencia. Lo prueba la postura totalmente contraria a la Teología de la Liberación en América latina.
¿Qué diferencias ve entre Wojtyla y Ratzinger?
La línea ideológica es la misma. Wojtyla era un hombre más mediático y poco teológico, pero entonces ya era Ratzinger quien, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dictaba la orientación contra conciliar y conservadora.
La percepción extranjera de que el ejecutivo de Zapatero es un gobierno laicista. ¿Es correcta?
Yo diría moderadamente laicista. Al principio adoptó algunas medidas que podían hacer pensar en una orientación laicista. Aprobó la ley para el matrimonio entre personas del mismo sexo. Suprimió la ley de calidad de la educación del Partido Popular, que imponía la educación religiosa obligatoria en las escuelas. Pero todavía los profesores siguen siendo elegidos por los obispos.
¿Está de acuerdo con la posición francesa en el tema de los símbolos religiosos?
En Francia la ley no prohíbe los símbolos religiosos, sino la ostentación de éstos en las escuelas. Claro que es un criterio muy subjetivo, pero hay que reconocer su buena voluntad para evitar que las religiones ocupen el espacio público convirtiendo las escuelas en un campo de batalla confesional.
¿La Iglesia Católica tendrá un fin?
No lo sé, ni me preocupa. Si se dedicara solamente a la espiritualidad, sin ocupar los espacios propios del Estado, tendría todo el derecho a existir. Considero también legítimo que intente difundir sus postulados en la sociedad mediante los mecanismos propios de un estado democrático. Lo que no es legítimo es que se apropie de las estructuras, recursos y espacios de competencia exclusiva del Estado, que debe ser laico, para reforzar su posición.
¿A pesar de que la etimología sea negativa, hay una definición positiva de ateo?
Las religiones creen en algo. El ateismo no cree en algo, pero eso no significa que no tenga convicciones. Son dos modelos de interpretación de la realidad. Las religiones basan todo su discurso en una dimensión que está “más allá”, que nadie ha visto ni puede garantizar. En cambio nosotros decimos que el hombre tiene su vida en sus manos y que puede elegir su destino. Ésta me parece una visión totalmente positiva.
¿La muerte no le da miedo?
La muerte es una realidad como cualquier otra. Claro que puede dar miedo, pero hay que preocuparse de vivir, no de morir.
¿Considera la posibilidad de cambiar de idea?
Por supuesto que sí. Pero necesitaría disponer de pruebas y de un fundamento lógico. Un creyente cree sin explicación racional. Un ateo llega a sus convicciones por medio del razonamiento. Herman Hesse decía que la religión es un teatro mágico “no para cualquiera” y que la entrada sólo costaba la razón”. Yo no estoy dispuesto a esto.
Cuento de Navidad
Doña Italia era una anciana mujer. Su rostro estaba lleno de arrugas que escondían una antigua y perdida belleza. Los viejos trajes de alta sastrería que llevaba indicaban una persistente atención para la forma, residuo de una época lejana en que su nobleza y su linaje aristocrático le garantizaban la admiración de muchos pretendientes. Sin embargo, las telas estropeadas denunciaban su actual estado de pobreza. De la misma forma, su mirada nublada reflejaba el vacío de su interior. Italia ya se había cansado de vivir así. Sin dinero ni esperanza, ni siquiera con un cuerpo para ofrecerlo a algún rico extranjero, como solía hacer en su juventud para ganarse la vida.
Había elegido Roma como lugar donde dejarse morir. Aquellos eran los días de Navidad y la ciudad , come siempre, estaba frenética para los preparativos de la fiesta. El enorme árbol navideño de Placa San Pedro dominaba la capital del mundo católico, casi a declarar físicamente la potencia del Vaticano.
El mercadito de Navidad de Plaza Navona, como todos los años era un hormiguero de vendedores, ‘zampognari’ (gaiteros), turistas y ladrones, que aprovechaban la confusión para ‘aligerar’ a los más ingenuos.
Todo el mundo conocía Doña Italia y nadie ya se sorprendía cuando al felicitarla por la Navidad, ella les contestaba con toda su mala leche: “ ¡Dejadme en paz! La Navidad es una perdida de tiempo. Parecéis locos. Todos aquí dandos codazos para derrochar un dinero que ni tenéis. ¿Acaso no habéis oído de algo llamado Crisis? Pues os aconsejo guardar la cartera para algo más útil que esta tontería de la Navidad. ¡Id a vuestras casas.! Yo, por mi, quiero solo que todo esto se acabe cuanto antes!” El cinismo y la resignación de la mujer estaban muy conocidos y mucha gente acababa convenciéndose de lo que iba predicando. Así que numerosas familias ya habían decidido trascurrir las fiestas en la soledad, rezando al altar del poco dinero que les quedaba.
La tradición popular transmite que durante la noche buena ocurran prodigios y acontecimientos inexplicables. La lluvia llevaba días cayendo sobre Roma y el Tevere se había hinchado como nunca, amenazando sumergir con su agua negra toda la suciedad de la ciudad. En aquella misma noche, entre lampados y truenos, justo durante la tradicional Misa de Media noche, en la casa derribada de Doña Italia, apareció, entre una nube de humo gris de pipa, el espirito de Sandro Pertini. El partisano y expresidente de la Republica Italiana le explicó a la mujer, que ya le quedaba poco para vivir, así que habría tenido que decidir si morir en la soledad, difundiendo un mensaje de desesperación, o si, en cambio, quisiera recuperar un poco de su nobleza y antiguos valores. Antes de desaparecer, Pertini le anunció que durante la noche recibiría la visita de tres espíritus, representantes las Navidades pasadas, presentes y futuras.
Trastornada y incrédula por lo que acababa de ver y oír, Italia ni tuvo el tiempo de reaccionar, que encima de su vieja cama se manifestó un hombre con túnica blanca, gordo y con una barba larga y una corona de laurel en la cabeza. Era el espíritu de Cicerone, campeón de la antigua Republica Romana. Nada más coger la mano de Italia que los dos se vieron catapultados al tiempo del consulado. Hace más que dos mil años las fiestas navideñas ya existían, pero se llamaban ‘Saturnalia’, en honor al Dios Saturno. Iban desde el 17 hasta el 24 de diciembre y se dedicaban a la agricultura. Durante esos días el orden social mutaba, los pobres hacían de ricos, los eslavos los dueños y todo el mundo podía bromear la religión oficial. Italia miraba impresionada el orden y el respecto de la sociedad romana, cuña del derecho moderno, donde abogados y políticos como Cicerone defendían la salud de la democracia.
De repente, los dos se encontraron en Genova, en llena edad media, durante la ceremonia navideña del ‘confuoco’, donde el Dogo de la republica genovés ofrecía vino y peladillas al pueblo en fiesta. En Genova habían visto la luz los primeros bancos de la historia y Italia no podía que pensar en todo el dinero que había perdido por culpa de los malos herederos de aquella gloriosa tradición. Tras volar encima a la Florencia renacimental, donde reinaban el amor para la belleza, el arte, el armonía y el respeto por el paradisiaco paisaje natural, la anciana mujer y su guía acabaron en un pequeño y escondido henil en las montañas nevadas de los Apeninos.
Desde fuera se oían llegar ruidos de cañonazos. Dentro la luz de unas velas iluminaba algunas metralletas. Cuatro jóvenes sucios y delgados compartían una liebre y dos patatas. Hablaban en voz baja y imaginaban comer ‘tortellini’ y ‘zampone’, los platos navideños típicos de la zona. A pesar de la situación miserable, parecían felices, lo cual extrañaba Italia que no entendía como pudieran estar tan alegre en aquella pobreza. Los jóvenes hablaban de futuro, de una guerra casi ganada, de una libertad reconquistada y de un nuevo país para construir, donde todos hubieran tenido posibilidades .
Casi sin darse cuenta, la anciana mujer volvió a encontrarse en su cama. Cuando ya empezaba a lamentarse por la absurda pesadilla, al lado de la chimenea vislumbró la figura de un hombre elegante, con traje diplomático y gafas. Era el espirito de Alcide De Gasperi, padre de la patria y protagonista de la reconstrucción post-bélica. El fantasma del estadista no tardó en presentarse y con una voz sosiega le explicó: “Doña Italia mi tarea será la de enseñarte la realidad del presente de tu país, para que decidas si quieres hacer algo para mejorar las cosas o si prefieres dejarte caer en el abismo de la desesperación.” La mujer estaba casi paralizada del miedo y no podía soltar ni una palabra. Así que De Gasperi no retrasó más. La cogió por un brazo y junto desaparecieron dentro de una nube azul.
La primera etapa fue la región de Abruzzo, donde las familias estaban comiendo el clásico cordero al horno con patatas, escuchando, desanimadas, las noticias de la televisión. En aquellos días habían arrestado el presidente de la región y unos concejales por corrupción. Luego entraron en una casa de Milán, donde alrededor del postre estrella de Navidad, el ‘Panettone’, una rica familia burgués maldecía a los italianos del sur, nombrándolos como parásitos y mafiosos. ‘¡Secesión!’, gritaban. Así fue que De Gasperi y Italia acabaron en la capital del Sur, Nápoles. Allí, el plato tradicional de las fiestas es el ‘capitone’, una gran anguila. La tradición, de hecho, dice que por la Navidad hay que comer pescado, por su carácter purificador. Pero, por desgracia, este año el mar no podía satisfacer a los napolitanos. El infierno de basura que llenaba las calles de la ciudad había contaminado las aguas, matando a muchos peces y los que quedaban podían estar envenenados. Los maestros napolitanos en la fabricación de belenes, con su típico sentido del humor, ya habían creado pesebres donde al lado de Jesús demoraban cubos de basura.
Al regresar en su cama, esta vez, Italia se encontraba un tanto turbada por lo que acababa de ver. Por la miseria en la que se estaba hundiendo su país. Nunca había tenido una visión tan directa y global de los problemas de su gente. O, tal vez, nunca quiso ver.
Mientras que se desgastaba en esos pensamientos, se manifestó el último de los tres espíritus que le había anunciado Pertini. Este no hablaba. Ni una palabra. Llevaba un traje negro con rayas blancas, gafas de sol y fumaba un largo y mal oliente primo. Él no dijo nada y Italia tampoco preguntó algo. Ya sabía quien era y donde la hubiera llevada. Era el espirito de la Navidad futura. Ella se le acercó espontáneamente y juntos entraron en una puerta de luz que se había abierto detrás de ellos.
Al salir de una especie de túnel, lo que apareció delante de los ojos de la anciana mujer era algo terrorífico. Hasta donde alcanzaba la vista solo se podía ver una enorme extensión de cemento, sin solución de continuidad. Todo era gris. Por las calles solo andaban viejos, militares y obispos. La gente se quedaba encerrada en casas, que eran colmenas parecidas a una cárcel. Nadie se atrevía a hablar en público. Únicamente en un grande palacio, completamente cubierto de oro, parecía haber celebraciones de Navidad. Allí, entorno de una mesa de marfil, estaban sentados algunos hombres, gordos, con los dedos llenos de anillos, comiendo gallina rellena de arroz, plato típico de la cocina siciliana, y brindando con licor Marsala.
De repente, el escenario cambió y Italia se encontró en un cementerio, enfrente de una lápida que ponía: “Aquí yace Republica Italiana. Aceptó y alimentó todo el mal que llevaba adentro. El mismo mal que acabó matándola”.
Doña Italia se despertó empapada de sudor. Ya se había hecho de día. Con una energía que casi no se acordaba haber tenido nunca, se vistió y bajo a la calle, donde la gente se preparaba a la comida familiar del 25 de diciembre. Todos la reconocieron y empezaron a preguntarle si merecía la pena seguir con estos festejos o si no era mejor quedarse en casa, tratando únicamente de sobrevivir.
Italia les sorprendió afirmando con renovado vigor que lo más importante era no ser egoístas, que había que trabajar para una nueva cohesión social, que todos juntos se podía salir de esa situación. Que había que tener la valentía para asumir nuevas responsabilidades. Que ya era tiempo de acabar con la picardía y que, en cambio, había llegado la hora de la trasparencia, de la honestad y de la confianza.
La gente pareció escucharla y traer de esto un nuevo entusiasmo. Las calles volvieron a llenarse y los más jóvenes llevaron Italia en triunfo. Ya no tenía gana de morir y le parecía ver por delante un maravilloso y largo futuro.
Había elegido Roma como lugar donde dejarse morir. Aquellos eran los días de Navidad y la ciudad , come siempre, estaba frenética para los preparativos de la fiesta. El enorme árbol navideño de Placa San Pedro dominaba la capital del mundo católico, casi a declarar físicamente la potencia del Vaticano.
El mercadito de Navidad de Plaza Navona, como todos los años era un hormiguero de vendedores, ‘zampognari’ (gaiteros), turistas y ladrones, que aprovechaban la confusión para ‘aligerar’ a los más ingenuos.
Todo el mundo conocía Doña Italia y nadie ya se sorprendía cuando al felicitarla por la Navidad, ella les contestaba con toda su mala leche: “ ¡Dejadme en paz! La Navidad es una perdida de tiempo. Parecéis locos. Todos aquí dandos codazos para derrochar un dinero que ni tenéis. ¿Acaso no habéis oído de algo llamado Crisis? Pues os aconsejo guardar la cartera para algo más útil que esta tontería de la Navidad. ¡Id a vuestras casas.! Yo, por mi, quiero solo que todo esto se acabe cuanto antes!” El cinismo y la resignación de la mujer estaban muy conocidos y mucha gente acababa convenciéndose de lo que iba predicando. Así que numerosas familias ya habían decidido trascurrir las fiestas en la soledad, rezando al altar del poco dinero que les quedaba.
La tradición popular transmite que durante la noche buena ocurran prodigios y acontecimientos inexplicables. La lluvia llevaba días cayendo sobre Roma y el Tevere se había hinchado como nunca, amenazando sumergir con su agua negra toda la suciedad de la ciudad. En aquella misma noche, entre lampados y truenos, justo durante la tradicional Misa de Media noche, en la casa derribada de Doña Italia, apareció, entre una nube de humo gris de pipa, el espirito de Sandro Pertini. El partisano y expresidente de la Republica Italiana le explicó a la mujer, que ya le quedaba poco para vivir, así que habría tenido que decidir si morir en la soledad, difundiendo un mensaje de desesperación, o si, en cambio, quisiera recuperar un poco de su nobleza y antiguos valores. Antes de desaparecer, Pertini le anunció que durante la noche recibiría la visita de tres espíritus, representantes las Navidades pasadas, presentes y futuras.
Trastornada y incrédula por lo que acababa de ver y oír, Italia ni tuvo el tiempo de reaccionar, que encima de su vieja cama se manifestó un hombre con túnica blanca, gordo y con una barba larga y una corona de laurel en la cabeza. Era el espíritu de Cicerone, campeón de la antigua Republica Romana. Nada más coger la mano de Italia que los dos se vieron catapultados al tiempo del consulado. Hace más que dos mil años las fiestas navideñas ya existían, pero se llamaban ‘Saturnalia’, en honor al Dios Saturno. Iban desde el 17 hasta el 24 de diciembre y se dedicaban a la agricultura. Durante esos días el orden social mutaba, los pobres hacían de ricos, los eslavos los dueños y todo el mundo podía bromear la religión oficial. Italia miraba impresionada el orden y el respecto de la sociedad romana, cuña del derecho moderno, donde abogados y políticos como Cicerone defendían la salud de la democracia.
De repente, los dos se encontraron en Genova, en llena edad media, durante la ceremonia navideña del ‘confuoco’, donde el Dogo de la republica genovés ofrecía vino y peladillas al pueblo en fiesta. En Genova habían visto la luz los primeros bancos de la historia y Italia no podía que pensar en todo el dinero que había perdido por culpa de los malos herederos de aquella gloriosa tradición. Tras volar encima a la Florencia renacimental, donde reinaban el amor para la belleza, el arte, el armonía y el respeto por el paradisiaco paisaje natural, la anciana mujer y su guía acabaron en un pequeño y escondido henil en las montañas nevadas de los Apeninos.
Desde fuera se oían llegar ruidos de cañonazos. Dentro la luz de unas velas iluminaba algunas metralletas. Cuatro jóvenes sucios y delgados compartían una liebre y dos patatas. Hablaban en voz baja y imaginaban comer ‘tortellini’ y ‘zampone’, los platos navideños típicos de la zona. A pesar de la situación miserable, parecían felices, lo cual extrañaba Italia que no entendía como pudieran estar tan alegre en aquella pobreza. Los jóvenes hablaban de futuro, de una guerra casi ganada, de una libertad reconquistada y de un nuevo país para construir, donde todos hubieran tenido posibilidades .
Casi sin darse cuenta, la anciana mujer volvió a encontrarse en su cama. Cuando ya empezaba a lamentarse por la absurda pesadilla, al lado de la chimenea vislumbró la figura de un hombre elegante, con traje diplomático y gafas. Era el espirito de Alcide De Gasperi, padre de la patria y protagonista de la reconstrucción post-bélica. El fantasma del estadista no tardó en presentarse y con una voz sosiega le explicó: “Doña Italia mi tarea será la de enseñarte la realidad del presente de tu país, para que decidas si quieres hacer algo para mejorar las cosas o si prefieres dejarte caer en el abismo de la desesperación.” La mujer estaba casi paralizada del miedo y no podía soltar ni una palabra. Así que De Gasperi no retrasó más. La cogió por un brazo y junto desaparecieron dentro de una nube azul.
La primera etapa fue la región de Abruzzo, donde las familias estaban comiendo el clásico cordero al horno con patatas, escuchando, desanimadas, las noticias de la televisión. En aquellos días habían arrestado el presidente de la región y unos concejales por corrupción. Luego entraron en una casa de Milán, donde alrededor del postre estrella de Navidad, el ‘Panettone’, una rica familia burgués maldecía a los italianos del sur, nombrándolos como parásitos y mafiosos. ‘¡Secesión!’, gritaban. Así fue que De Gasperi y Italia acabaron en la capital del Sur, Nápoles. Allí, el plato tradicional de las fiestas es el ‘capitone’, una gran anguila. La tradición, de hecho, dice que por la Navidad hay que comer pescado, por su carácter purificador. Pero, por desgracia, este año el mar no podía satisfacer a los napolitanos. El infierno de basura que llenaba las calles de la ciudad había contaminado las aguas, matando a muchos peces y los que quedaban podían estar envenenados. Los maestros napolitanos en la fabricación de belenes, con su típico sentido del humor, ya habían creado pesebres donde al lado de Jesús demoraban cubos de basura.
Al regresar en su cama, esta vez, Italia se encontraba un tanto turbada por lo que acababa de ver. Por la miseria en la que se estaba hundiendo su país. Nunca había tenido una visión tan directa y global de los problemas de su gente. O, tal vez, nunca quiso ver.
Mientras que se desgastaba en esos pensamientos, se manifestó el último de los tres espíritus que le había anunciado Pertini. Este no hablaba. Ni una palabra. Llevaba un traje negro con rayas blancas, gafas de sol y fumaba un largo y mal oliente primo. Él no dijo nada y Italia tampoco preguntó algo. Ya sabía quien era y donde la hubiera llevada. Era el espirito de la Navidad futura. Ella se le acercó espontáneamente y juntos entraron en una puerta de luz que se había abierto detrás de ellos.
Al salir de una especie de túnel, lo que apareció delante de los ojos de la anciana mujer era algo terrorífico. Hasta donde alcanzaba la vista solo se podía ver una enorme extensión de cemento, sin solución de continuidad. Todo era gris. Por las calles solo andaban viejos, militares y obispos. La gente se quedaba encerrada en casas, que eran colmenas parecidas a una cárcel. Nadie se atrevía a hablar en público. Únicamente en un grande palacio, completamente cubierto de oro, parecía haber celebraciones de Navidad. Allí, entorno de una mesa de marfil, estaban sentados algunos hombres, gordos, con los dedos llenos de anillos, comiendo gallina rellena de arroz, plato típico de la cocina siciliana, y brindando con licor Marsala.
De repente, el escenario cambió y Italia se encontró en un cementerio, enfrente de una lápida que ponía: “Aquí yace Republica Italiana. Aceptó y alimentó todo el mal que llevaba adentro. El mismo mal que acabó matándola”.
Doña Italia se despertó empapada de sudor. Ya se había hecho de día. Con una energía que casi no se acordaba haber tenido nunca, se vistió y bajo a la calle, donde la gente se preparaba a la comida familiar del 25 de diciembre. Todos la reconocieron y empezaron a preguntarle si merecía la pena seguir con estos festejos o si no era mejor quedarse en casa, tratando únicamente de sobrevivir.
Italia les sorprendió afirmando con renovado vigor que lo más importante era no ser egoístas, que había que trabajar para una nueva cohesión social, que todos juntos se podía salir de esa situación. Que había que tener la valentía para asumir nuevas responsabilidades. Que ya era tiempo de acabar con la picardía y que, en cambio, había llegado la hora de la trasparencia, de la honestad y de la confianza.
La gente pareció escucharla y traer de esto un nuevo entusiasmo. Las calles volvieron a llenarse y los más jóvenes llevaron Italia en triunfo. Ya no tenía gana de morir y le parecía ver por delante un maravilloso y largo futuro.
Desde el fascismo al berlusconismo: la evolución de una ideología
El virus del fanatismo no ha nacido en la Zona Zero, ni en Auschwitz o en los gulags siberianos. Tiene orígenes antiguas y una constitución robusta. Hasta el iluminismo culminó en el jacobinismo, que fue una religión política con todos los rasgos del fondamentalismo. “La marcha de la razón en la historia es muy lenta”, anotaba el historiador Piero Melograni.
La esencia del fanatismo está en el deseo de forzar a los demás para que cambien, siendo el fanático siempre el otro. Así que los opuestos tipos de fanatismos se nutran y fortalezcan recíprocamente.
Las grandes construcciones ideológicas del siglo pasado pusieron en marcha la psicología de las masas. Allí encontró lugar la intolerancia hacia el distinto, que, en diversos grados, anima y convive con el fanatismo. El fanático, casi siempre, sufre de una baja autoestima y, por lo tanto, tiene la convicción de que cualquier opinión distinta de la suya sea una declaración de desconfianza hacia él. El psicoanalista Mario Trevi precisa: ”El concepto de tolerancia tiene un límite de necesidad. El que quiere ser tolerante puede serlo con todos, con excepción de los que niegan la tolerancia misma. La irracionalidad no es lo mismo que el fanatismo, que no es lo mismo que la intolerancia. En el pasado las ideologías han embridado las masas, dejando libre su fanatismo, que, en cambio, han alimentado y utilizado. Las ideologías fueron un elemento de incentivación fanática.”
Italia fue la cuña del fascismo. La ideología de masa que dominó la Europa occidental durante la prima midad del novecento. Allí fue teorizado como doctrina política y social y luego, desde 1922, aplicado al gobierno de la nación por Benito Mussolini, durante el ‘Ventennio’ fascista. Casi noventa años después, en el mismo país, fenómenos sociales y políticos dejan vislumbrar tensiones nostálgicas. Dos ministros de la República han equiparado el valor de los fallecidos partigianos de la resistencia antinazi, a los que encontraron la muerte en las filas del ejército fascista, durante la que fue una guerra civil. Jóvenes neonazis han realizado incursiones en los estudios de la televisión nacional. Se respira un clima general de revisionismo.
Sin duda es un error tratar de juzgar el presente a través de categorías antiguas. Sin embargo, en la historia hay una continuidad que nos ayuda a comprender nuestra época.
Piero Gobetti fue un periodista e intelectual antifascista, asesinado por el régimen de Mussolini. En su ópera más militante “La revolución liberal. Ensayo sobre la lucha política en Italia” (1924) escribe: “Sin conservadores y revolucionarios, Italia se ha convertido en la tierra nativa natural de la costumbre demagógica. [...] Luchamos contra Mussolini como corruptor, antes de que como tirano; contra el fascismo como tutela paternal, antes que como dictadura. [...] El mussolinismo es [...] un resultado mucho más grave del mismo fascismo, porque ha confirmado en la gente el hábito del cortesano, el escaso sentido de la propia responsabilidad, el gusto de esperar del Duce, del domador, del deus ex machina, la propia salvación”.
Gobetti considera el fascismo una “autobiografía de la nación” y las palabras del expresidente de la Republica italiana Carlo Azeglio Ciampi suenan como un capítulo más de esa historia: “Los italianos son presa de una extraña codicia de servidumbre. Cuanto más Berlusconi rasga el tejido institucional, más los italianos piden de ser siervos.”
Con todas las debidas distinciones, es evidente que lo que estamos viviendo, a partir de 1994, con un intervalo marginal, es el ‘Ventennio berlusconiano’. La continuidad histórica está certificada por las palabras del ministro y ideólogo del gobierno Giulio Tremonti: “Italia es un país básicamente de centro derecha. Hubo una mayoría de centro-derecha, la hay y la habrá. El problema es dar representación política a esta masa mayoritaria de votos”.
Dos son los fenómenos que generan este nuevo fanatismo berlusconiano. En primer lugar asistimos a una “defascistisación del fascismo”, al vaciamiento historiográfico de los carácteres totalitarios del régimen. Si la izquierda durante demasiado tiempo ha infravaluado el ‘Ventennio’, considerándolo como un paréntesis aislado y ‘casual’ de la historia patria, entre los heredederos políticos del Partido Fascista la prioridad ha sido siempre la de distinguir entre el fascismo bueno y su deriva mala, que empieza con la promulgación de las leyes raciales del 1938 y la alianza con la Alemania nazi de Hitler. Hechos que, en su opinión, envenenaron la sana planta fascista italiana. Nunca por la actual clase dirigente ha habido una clara condena del fascismo como régimen “antiliberal, antiparlamentario y antidemocrático”, como lo definió Mussolini mismo ya en el 1925.
Por otro lado es patente una incapacidad por parte del liderazgo berlusconiano de construir una verdadera cultura conservadora democrática y liberal, distinta o autónoma de los notálgicos del regime, de la jerarquía católica y de los particularismos regionales. Berlusconi es, casi antropológicamente, incapaz de mirar más allá de su proprio titanismo personal y ha alimentado una idea de democracia autócrata y demagógica, que no se ve obligada a respetar las praxis y las normas de la dialéctica democrática.
Es una estrategia política fundada sobre la rotura continua, que encuentra su consenso y abastecimiento en el plebiscito. En una situación de general antipatía hacia la política todo lo que se configura como antipolítico o como políticamente incorrecto encuentra el favor de la gente. Así que, si todo está permitido, no extraña que hasta los sectores de ultra derecha más marginados quieran ahora manifestarse y participar en la fiesta. Por contra, la izquierda está como paralizada enfrente de fenómenos que no acepta y no entiende, incapaz de desarrollar una cultura moderna y alternativa a la dominante. Se encuentra prisionera de un fanatismo en contra, el antiberlusconismo, que no le deja la libertad de construirse una identidad propia, que no exista solo en la negación del adversario. En cambio, la capacidad de ‘digestión’ de la sociedad se va ampliando cada día más. En Italia ya no existe una pública opinión, muy pocos se sorprenden, casi nadie se indigna. Más que una apología del fascismo se ha difundido una apatía y una insensibilidad hacia los problemas de la historia y de la sociedad. Lo cual hace todo posible y aceptable. La baja calidad de la democracia italiana ahora ya está considerada como un hecho marginal y normal. Esta, como afirmaba el director y activista político Nanni Moretti en una reciente entrevista, es la verdadera victoria de Silvio Berlusconi.
“El fanatismo es la asunción de una única regla suprema que impone el silencio al pensamiento que piensa y que ejercita la crítica y la conciencia moral”, escribía el filosofo Benedetto Croce, y el fanatismo del ‘Ventennio’ berlusconiano no es fascista, es más bien el fanatismo del egoísmo y del individualismo.
Los politólogos ya han empezado a estructurar la ‘anomalía berlusconiana’. El jefe del gobierno italiano está llevando a Italia hacia una 'post-democracia', según la fórmula acuñada por Colin Crouch. No se trata de una dictadura en el sentido clásico, pero sin duda de una democracia 'en su parábola descendiente’. El columnista indio Fareed Zakaria, teoriza la existencia de 'democracias sin libertad', en la cuales cohabitan elecciones y autoritarismo. El periodista italiano Massimo Giannini en un ensayo sobre la epopeya del Cavaliere sostiene que Italia está demasiado experimentada para entrar en un “régimen clásico”, en el cual se violen las libertades fundamentales, y que se trata de una nueva, sutil, pero peligrosa, forma de hegemonía política y cultural. Donde casi no hay poderes autónomos que equilibren el dominio del Ejecutivo. Donde la información está bajo el estrito control del Jefe y donde las instituciones y el establishment económico y financiero son reducidos a un papel de vasallaje, a través del mecanismo-chantaje de las concesiones públicas y del perverso circuito de la financiación bancaria.
Berlusconi, que antes solo tenía un público, ahora ya ha conseguido plasmar a un pueblo, que piensa como él y que quisiera ser como él. Encarna y exacerba un nuevo tipo de ideología. Un fanatismo personal que no vehicula, como occuría en pasado, alguna precisa doctrina política. Se trata de la busqueda iracional de un líder taumaturgo, que va mucho más allá de las Alpes. En distintas maneras y gradaciones Putin, Chavez, Sarkozy, hasta Obama hacen parte del mismo fenómeno. .
Ninguna sociedad, en ninguna época, puede decirse completamente inmune de los fanatismos, que sean antiguos o recien nacidos. Como demuestran los cada vez más frecuentes episodios de locura neo nazi en los Estados Unidos, las sugestiones nebulosas de un pasado histórico desconocido, la ignorancia y la inseguridad, social y personal, representan el terreno de cultivación del fanatismo, donde la conciencia crítica del individuo se anula y se disuelve en el miedo de la persona hacia las otras.
La esencia del fanatismo está en el deseo de forzar a los demás para que cambien, siendo el fanático siempre el otro. Así que los opuestos tipos de fanatismos se nutran y fortalezcan recíprocamente.
Las grandes construcciones ideológicas del siglo pasado pusieron en marcha la psicología de las masas. Allí encontró lugar la intolerancia hacia el distinto, que, en diversos grados, anima y convive con el fanatismo. El fanático, casi siempre, sufre de una baja autoestima y, por lo tanto, tiene la convicción de que cualquier opinión distinta de la suya sea una declaración de desconfianza hacia él. El psicoanalista Mario Trevi precisa: ”El concepto de tolerancia tiene un límite de necesidad. El que quiere ser tolerante puede serlo con todos, con excepción de los que niegan la tolerancia misma. La irracionalidad no es lo mismo que el fanatismo, que no es lo mismo que la intolerancia. En el pasado las ideologías han embridado las masas, dejando libre su fanatismo, que, en cambio, han alimentado y utilizado. Las ideologías fueron un elemento de incentivación fanática.”
Italia fue la cuña del fascismo. La ideología de masa que dominó la Europa occidental durante la prima midad del novecento. Allí fue teorizado como doctrina política y social y luego, desde 1922, aplicado al gobierno de la nación por Benito Mussolini, durante el ‘Ventennio’ fascista. Casi noventa años después, en el mismo país, fenómenos sociales y políticos dejan vislumbrar tensiones nostálgicas. Dos ministros de la República han equiparado el valor de los fallecidos partigianos de la resistencia antinazi, a los que encontraron la muerte en las filas del ejército fascista, durante la que fue una guerra civil. Jóvenes neonazis han realizado incursiones en los estudios de la televisión nacional. Se respira un clima general de revisionismo.
Sin duda es un error tratar de juzgar el presente a través de categorías antiguas. Sin embargo, en la historia hay una continuidad que nos ayuda a comprender nuestra época.
Piero Gobetti fue un periodista e intelectual antifascista, asesinado por el régimen de Mussolini. En su ópera más militante “La revolución liberal. Ensayo sobre la lucha política en Italia” (1924) escribe: “Sin conservadores y revolucionarios, Italia se ha convertido en la tierra nativa natural de la costumbre demagógica. [...] Luchamos contra Mussolini como corruptor, antes de que como tirano; contra el fascismo como tutela paternal, antes que como dictadura. [...] El mussolinismo es [...] un resultado mucho más grave del mismo fascismo, porque ha confirmado en la gente el hábito del cortesano, el escaso sentido de la propia responsabilidad, el gusto de esperar del Duce, del domador, del deus ex machina, la propia salvación”.
Gobetti considera el fascismo una “autobiografía de la nación” y las palabras del expresidente de la Republica italiana Carlo Azeglio Ciampi suenan como un capítulo más de esa historia: “Los italianos son presa de una extraña codicia de servidumbre. Cuanto más Berlusconi rasga el tejido institucional, más los italianos piden de ser siervos.”
Con todas las debidas distinciones, es evidente que lo que estamos viviendo, a partir de 1994, con un intervalo marginal, es el ‘Ventennio berlusconiano’. La continuidad histórica está certificada por las palabras del ministro y ideólogo del gobierno Giulio Tremonti: “Italia es un país básicamente de centro derecha. Hubo una mayoría de centro-derecha, la hay y la habrá. El problema es dar representación política a esta masa mayoritaria de votos”.
Dos son los fenómenos que generan este nuevo fanatismo berlusconiano. En primer lugar asistimos a una “defascistisación del fascismo”, al vaciamiento historiográfico de los carácteres totalitarios del régimen. Si la izquierda durante demasiado tiempo ha infravaluado el ‘Ventennio’, considerándolo como un paréntesis aislado y ‘casual’ de la historia patria, entre los heredederos políticos del Partido Fascista la prioridad ha sido siempre la de distinguir entre el fascismo bueno y su deriva mala, que empieza con la promulgación de las leyes raciales del 1938 y la alianza con la Alemania nazi de Hitler. Hechos que, en su opinión, envenenaron la sana planta fascista italiana. Nunca por la actual clase dirigente ha habido una clara condena del fascismo como régimen “antiliberal, antiparlamentario y antidemocrático”, como lo definió Mussolini mismo ya en el 1925.
Por otro lado es patente una incapacidad por parte del liderazgo berlusconiano de construir una verdadera cultura conservadora democrática y liberal, distinta o autónoma de los notálgicos del regime, de la jerarquía católica y de los particularismos regionales. Berlusconi es, casi antropológicamente, incapaz de mirar más allá de su proprio titanismo personal y ha alimentado una idea de democracia autócrata y demagógica, que no se ve obligada a respetar las praxis y las normas de la dialéctica democrática.
Es una estrategia política fundada sobre la rotura continua, que encuentra su consenso y abastecimiento en el plebiscito. En una situación de general antipatía hacia la política todo lo que se configura como antipolítico o como políticamente incorrecto encuentra el favor de la gente. Así que, si todo está permitido, no extraña que hasta los sectores de ultra derecha más marginados quieran ahora manifestarse y participar en la fiesta. Por contra, la izquierda está como paralizada enfrente de fenómenos que no acepta y no entiende, incapaz de desarrollar una cultura moderna y alternativa a la dominante. Se encuentra prisionera de un fanatismo en contra, el antiberlusconismo, que no le deja la libertad de construirse una identidad propia, que no exista solo en la negación del adversario. En cambio, la capacidad de ‘digestión’ de la sociedad se va ampliando cada día más. En Italia ya no existe una pública opinión, muy pocos se sorprenden, casi nadie se indigna. Más que una apología del fascismo se ha difundido una apatía y una insensibilidad hacia los problemas de la historia y de la sociedad. Lo cual hace todo posible y aceptable. La baja calidad de la democracia italiana ahora ya está considerada como un hecho marginal y normal. Esta, como afirmaba el director y activista político Nanni Moretti en una reciente entrevista, es la verdadera victoria de Silvio Berlusconi.
“El fanatismo es la asunción de una única regla suprema que impone el silencio al pensamiento que piensa y que ejercita la crítica y la conciencia moral”, escribía el filosofo Benedetto Croce, y el fanatismo del ‘Ventennio’ berlusconiano no es fascista, es más bien el fanatismo del egoísmo y del individualismo.
Los politólogos ya han empezado a estructurar la ‘anomalía berlusconiana’. El jefe del gobierno italiano está llevando a Italia hacia una 'post-democracia', según la fórmula acuñada por Colin Crouch. No se trata de una dictadura en el sentido clásico, pero sin duda de una democracia 'en su parábola descendiente’. El columnista indio Fareed Zakaria, teoriza la existencia de 'democracias sin libertad', en la cuales cohabitan elecciones y autoritarismo. El periodista italiano Massimo Giannini en un ensayo sobre la epopeya del Cavaliere sostiene que Italia está demasiado experimentada para entrar en un “régimen clásico”, en el cual se violen las libertades fundamentales, y que se trata de una nueva, sutil, pero peligrosa, forma de hegemonía política y cultural. Donde casi no hay poderes autónomos que equilibren el dominio del Ejecutivo. Donde la información está bajo el estrito control del Jefe y donde las instituciones y el establishment económico y financiero son reducidos a un papel de vasallaje, a través del mecanismo-chantaje de las concesiones públicas y del perverso circuito de la financiación bancaria.
Berlusconi, que antes solo tenía un público, ahora ya ha conseguido plasmar a un pueblo, que piensa como él y que quisiera ser como él. Encarna y exacerba un nuevo tipo de ideología. Un fanatismo personal que no vehicula, como occuría en pasado, alguna precisa doctrina política. Se trata de la busqueda iracional de un líder taumaturgo, que va mucho más allá de las Alpes. En distintas maneras y gradaciones Putin, Chavez, Sarkozy, hasta Obama hacen parte del mismo fenómeno. .
Ninguna sociedad, en ninguna época, puede decirse completamente inmune de los fanatismos, que sean antiguos o recien nacidos. Como demuestran los cada vez más frecuentes episodios de locura neo nazi en los Estados Unidos, las sugestiones nebulosas de un pasado histórico desconocido, la ignorancia y la inseguridad, social y personal, representan el terreno de cultivación del fanatismo, donde la conciencia crítica del individuo se anula y se disuelve en el miedo de la persona hacia las otras.
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