
No se puede permitir al Humo Negro salir de allí. Propagarse, invadir el mundo y causar su destrucción. Hay que reponer el tapón.
Es cierto, por desgracia, que el ingenioso intento de absorción, llevado por salchichas formadas de calcetines de nylon rellenos de cabellos y pelo de animales, generosamente donados por los americanos, no solucionaron el problema. Mejor, mucho mejor, las salchichas sintéticas. ¿Hechas con qué? Pues con petróleo. Quien es causa de su dolor, que se llore a si mismo, podría decirse.
2.400.000 litros por día de Humo Negro están saliendo desde la fosa de Macondo, en el golfo de México, a 1.500 metros de profundidad. Todo rigurosamente televisado en directo mundial gracias a las spill-cams, que registran un audiencia récord. Es normal. De hecho, nos estamos acercando al final de la temporada. Cámara fija y el Humo Negro que sale y se extiende, corrompiendo la naturaleza y el alma. Público absolutamente hipnotizado.
Deepwater Horizon es la estación, creada en 2001 por la (Iniciativa) British Petroleum, que explotó hace dos meses provocando este nuevo fin del mundo. Tal vez habría tenido que volarse con una bomba nuclear. ¿Por qué nadie pensó en la atómica? ¿Dónde están los norcoreanos cuando se necesita una buena idea? En realidad, el asunto se resolvería sólo, si se lograra crear un universo paralelo donde nada de esto hubiera pasado. El incidente del 20 de abril, cuando todo comenzó, no habría ocurrido nunca. Si se pudiera volver atrás en el tiempo, se podría intervenir para prevenir todo esto.
Pero no puede ser. Lo que pasó, pasó. Ahora, lo cierto es que necesitamos a un candidato. Una persona que se sacrifique, baje y reponga el tapón, para que la luz de la vida no se apague y el Humo Negro se quede atrapado en las entrañas de la tierra. ¿Pero quién? Barack Obama ya no tiene la fuerzas para salvarnos de la situación. No puede intervenir directamente. Es necesario que el Elegido encuentre en sí mismo el valor para cumplir con la ingrata tarea.
De mientras, en la superficie, trece barcos constituyen la ridícula flotilla que pretende encarcelar el Humo Negro. No saben que el juego es mucho más grande que ellos.
Todos los que parecían candidatos perfectos, gradualmente han ido perdiéndose. Han sucumbido al Mal. Antes fue la Cúpula de aspiración grande, luego la Cúpula de aspiración pequeña. Todos intentos sin éxito. Así llegó el turno del Tubo, o mejor dicho, el Gran Jeringón, que luchó con valentía contra el enemigo, consiguió contenerle, pero que no pudo resolver la situación. O sea, reponer la tapa.
También se enfrentaron al Humo la sierra con hojas de diamante y las Tijeras Gigantes. Nada. Todos sus nombres fueron tachados inexorablemente uno por uno de la pared de los candidatos.
Incluso Top Kill ha fracasado. No era su destino. Sus cualidades son indiscutibles, pero todos vivimos para cumplir con una tarea única y específica. Sin embargo, Top Kill tuvo el merito enorme de hacernos conocer la falibilidad de hormigón armado. Acabó con un mito. Nos llevó al abismo y estábamos seguros de que él era el Elegido. El nuevo protector de la vida sobre la Tierra. Pero no fue así. Él también se rindió.
Ahora la situación se ha vuelto aún más crítica. Empiezan a hundirse los bastiones costeros. El viento se hace violento. Ésta es tierra de huracanes. El científico Kerry A. Emanuel, profesor del MIT, está convencido de que el petróleo puede tener efectos deletéreos y favorecer la difusión de los huracanes. De hecho, una evaporación inferior del agua, debida a la mancha, podría conducir a una subida de la temperatura del mar. Y más calor que se eleva hacia el cielo podría ampliar los frentes nubosos de los huracanes, con consecuencias poco atractivas. De modo que el Humo Negro se encontrará con valiosos aliados en su camino de huida.
Tal vez, sólo un hombre de buen corazón, tras haber derrotado a sus demonios y aceptado su destino, dejando de lado la racionalidad y cumpliendo un acto de fe, podría aún salvar al mundo. Sacrificándose para dar un sentido a su existencia.
Todavía hay un rayo de esperanza, aunque la situación se haga cada vez más crítica. De todas formas, ¿quién nos asegura que el Humo Negro, detenido en el golfo de México, no acabe encontrando otra salida, digamos, por ejemplo, en un agujero islandés? La lucha en contra del Mal será eterna.
Acabo de aterrizar. El avión esta vez ha bailado un poco. He temido lo peor, aunque, evidentemente, ya había individuado entre los pasajeros el calvo con el parecer más hierático y tranquilizador. En caso de que sobrevivamos, me dije, no me separaré de él. Él sabrá qué hacer. Es una precaución que voy tomando desde hace unos seis años cada vez que vuelo.
Sin embargo, ya pasó. No tengo nada de que preocuparme, a parte de haber tenido uno de los sueños más SEO oriented de los últimos años. La salvación del planeta, en cambio, no está dentro de mi alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario